Dos extraños sentados en un mismo sillón. Que no hablan el mismo idioma, que no tienen nada que contar. Que esperan a que aparezca un ángel y les de las ganas que les faltan de salir y que los ojos no se les cierren.
Lo siento, pero ni yo sé francés, que todavía no me creo que lo haya aprobado y tu no sabes español.
Siento no mostrarte tal cual soy, siento que no te puedas mostrar tal cual eres.
Lo siento...
Irene y las verdades que se calla.
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