Translate

viernes, 25 de septiembre de 2015

Algo sobre mi, poco, menos que poco: nada y su contrario 'todo' y su intermedio 'suficiente'.



Me veo reflejada en la chica de fuego que huye antes de que el agua la alcance, en la mujer que se sienta en la esquina de un banco y espera, me veo reflejada en el miedo a asustar de quien se sabe loca, y odio a cada uno de esos reflejos.
Mi desprecio hacia lo fingido, todo que no sea desatar la rabia que prende las chispas que incendian mi mundo. Si te atreves a saltar, aprendes a volar. Te lo juro -ssshhhh-. Te haces fuerte.
Lo que has sido siempre no lo has sido nunca dónde no te han(s) conocido.
Creo hacerme adicta a esto de volar. Aunque espero que nunca a abandonar. Sigo sin conseguir que la balanza se equilibre. Aun así, cada día soporto más mis propias verdades, mis propias sentencias... de soledad.


Hago cálculos de tiempo. Evalúo el ambiente y respiro, a veces acabo con dolor de garganta y las cuerdas vocales se asfixian. Otras el corazón decide seguir latiendo aunque sangre ya no fluya, porque el Pulso estricto llama al aire niñato egoísta. "Lo tienes todo y aún así continuas haciendo remolinos en el mismo callejón sin salida, dónde respirarte se hace imposible. Polvo". Esta espiral de autodestrucción y odio concentrado. Por esta carretera no se va a ningún sitio bueno, viejo amigo.
Al final los Juernes eran reales.
Estoy bien, ¿sabes? Después de las decepciones y el calor que abrasa autestima y reproduce ansias de lo imposible; llega lo esperado mejor de lo pensado. ¿Pensar? A que sabrán mis labios... Pienso. ¿A que olerán mis entrañas heladas por la falta de ternura que de madrugada siguen implorando aunque la tierra las sepulte? No soy ningún ángel, mis soñadores.
No voy a salvar a nadie de algo a lo que no puedo ni salvarme a mi misma.
Quiero hacer cosas, quiero empezar a vivir... mejor... más... Sí, aquello que me propuse a principios de verano, pero es que ya se sabe... Lo único que es realidad en verano es el lago de mi mirada y la sal que resbala por mi piel.
Espero que eso de vivir -mejor- no sea otra de las cosas que no están echas para mi. Espero que, por lo menos, reciclen conmigo alguna de esas oportunidades no aprovechadas. Eso sí, que tenga algún cartel con luces de neón y con estrellas propias, para que sepa reconocer la señal
                                                           y así saltar
                                                                            todavía más alto
                                   hasta que solo puedan ver un único reflejo de mi
                                                       uno en el que la paz no solo inunde mi nombre
                               sino los límites de ese yo al que siempre pretendo llevarle mis cosechas
           y nunca está en casa cuando le busco.
                                                                       De su existencia sé, porque por debajo de su puerta
                                                                                      -aún- brilla algo.
                                                                                               Lo sé.