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sábado, 30 de junio de 2012

Adiós Junio, hola Julio. Ahora si, ahora es cuando empieza de verdad el verano. Mañana me iré de viaje y he de decir que ya lo echaba de menos, echaba de menos las maletas y las sonrisas de despedida a tu casa para decirle hola a la que nunca cambia, a la que te espera todos los años impaciente por tu llegada. Esas calles que esconden tantos arañazos sin explicación o tantas huidas fallidas.
Las paredes en las que escribiste miles de veces tu nombre para que quedara constancia de que estuvistes allí. Historias contadas a la luz de la luna y brisa fría que arrastra risas contenidas en noches calurosas. Ahora si, ahora ya llega, llega por fin.

Bueno aquí pongo dos canciones que acabo de encontrar que bueno pues me han gustado:

Jessie James- Boys in the summer.



                                Keith Urban- Long Hot Summer.



               Irene.                                        

Sara Bareilles- Gonna Get over you.

Adiós. Debería decirte eso por ahora, ¿o no debería?. Dejando de lado la regla con la que vivo. Aunque quizás, la próxima vez...

Tengo un estúpido idioma, lleno de palabras hacia desconocidos, cocinándose a fuego lento para un alguien, un alguien equivocado.

Y me digo a mí misma que tengo que dejar que la historia termine, mi corazón estará descansando en la mano de alguien más. Mi filosofía de ‘¿por qué no yo?’ comenzó.
Y digo:


¿Cómo te voy a superar? Estaré bien, sólo que no esta noche. Deseo que quieras que me quede, pero estaré bien.

Tal vez es una pequeña palabra viciosa que puede esclavizarme, sostenerme cuando estoy herida y hacerme salir de tus manos.

Bueno, no más. No pediré obtener otra oportunidad tras tu puerta. Porque si lo hago, nunca más volveré a ser yo.

Y no soy la chica que se supone que tengo que ser. Así que te reto cariño, solo espera y verás, pero esta vez no lucharé por ti, sino por mi.


Estoy haciendo lo correcto, lo sé muy bien. Y ahora es muy tarde para ti y para mi. Lo diré tanto como pueda decirlo: que ahora soy, solo yo.

La traducción no es la exacta, la he retocado un poco para que tenga algo más de sentido. A mi me pareció bonita la canción y el vídeo, sobretodo el final que hablan en español, xD. Aunque la música, todo hay que decirlo, no me ha gustado mucho, se vuelve un tanto pesada. Aquí os la dejo:



                                                        

El inexistente sonido de las volutas de polvo al caer. Olivia.

-Solo los que lo han experimentado lo entienden. Tú no tienes porque si quiera comprenderlo.-Bajó la voz al pronunciar las últimas palabras, miraba con melancolía el tarrito de mermelada de encima de la mesa, la había traído ella, era como una tradición que venía de cuando vivía su abuela. Querría que Olivia entendiese lo que escondían sus palabras, pero no contaba con que ella solía tener la manía de obviar lo evidente.
-Ya... pero no sé me gustaría escribir sobre ello.-Se dio golpecitos en la barbilla mientras pensaba en todo lo que contaban sus cartas que nunca habían sido enviadas.-He escrito sobre todo, excepto sobre el amor...de eso no creo que haya escrito nunca.
Marco la miró de arriba a bajo, estaba sentada en el sofá de cuero rojo, en el desván de la casa que su abuela le dejó en el testamento, pero aunque sea de él ella ya era parte de esta casa, ha pasado más horas metida en este desván que él.
-Entonces piensa en lo que sentías por Lucas.
Le había costado mucho decir esa frase, casi se le atraganta pero...tenía que mantener su papel de "solo amigo fiel".
-¿QUE? ¿Como que lo que yo sentía por Lucas? Me marcó, ¿vale?, pero solo eso. Yo no lo amaba, lo quería pero no lo amaba.
Olivia desvía la mirada a la maqueta morada que cubría todo el suelo. A veces se paraba a pensar en que clase de persona habría colocado un sofá rojo chillón en un desván que tenía una moqueta morada. Recordó a Lucas diciendo una vez que seguramente había sido Marco en un  ataque retro, y recordó lo que se habían reído después, pero no lo amaba, lo quería sí, con locura, se levantaba por las mañanas pensando en como iba a sorprenderla esta vez, y siempre lo hacía, la sorprendía, incluso el día que la llamaron para ir al hospital, ese día también la sorprendió, sobretodo cuando dejó de respirar. Ella había presenciado miles de veces como se enrrollaba con chicas que después dejaba tiradas para irse a tomar un helado con ella...hay...él y los helados...Sonrió al pensarlo.
-Marco... Si le escribo una carta a Lucas... esta si que quiero enviarla. Él decía que si hay que hablar de él que se hable bien y que después se lo cuenten. Pero no tratará de amor, sino de algo mucho mayor que eso.
-¿Hay algo más grande que el amor?
-En mi mundo...todo es mucho más grande que el amor. Tratará de la oportunidad que me dio al conocerle. Me cambió la vida, como dijo la primera vez que nos vimos. Yo no le creí y... era cierto.
Escribiría lo que no le dijo cuando estaba vivo, todas las veces que le hubiese gustado decirle gracias y no se las dijo, todas las veces que le dijo lo que quería oír y las que no. Él fue la oportunidad de cambiar, la aprovechó, cambió y se esfumó.
-¿Entonces no vas a escribir sobre el amor?
-No. No sé lo que es así que esperaré hasta saberlo.
-¿Y porque no sales a buscarlo?
-¿Y porque no esperarlo? Además mientras espero le escribo la carta a Lucas. ¿Después me darás tu opinión?
-Sí, claro. Lo que tu digas...
Olivia salió como un rayo a escribirle la carta a Lucas y Marco no supo reaccionar. Se quedó ahí plantado, esperando a la nada y mientras esperaba veía caer las volutas de polvo que se habían levantado tras la marcha de Olivia.

Irene.

                                                              

viernes, 29 de junio de 2012

“Respetaremos siempre lo que somos sin sentirnos culpables, sin permitir que nadie intente imponernos conductas o ideales que no sean los nuestros.” Alejandro Jodorowsky.

He estado pensando en lo rápido que pasa el tiempo. Después de julio y agosto empieza septiembre y un nuevo curso comienza. Un 4ª ESO plagado de exámenes, sumisión, soledad y... decisiones. Dentro de tres años terminaré el instituto y...hace tres años lo empecé. Parece que fue ayer cuando terminaba 6ª de primaria para entrar en el instituto, un cambio que parecía lo más grande y en realidad nada cambió, los mismos niños un poco más idiotas y la misma inteligencia mezclada con falsedad. Sigo siendo la misma y tenía once años cuando empecé y no he cambiado ni pizca desde entonces, o por lo menos eso me parece a mi. No estoy preparada para decidir nada, no sé lo que hacer con mi vida así que ¿porque me empujan a hacerlo como si el mundo se acabara mañana?.
Los años pasan y yo no quiero pasar con ellos. No quiero volver a ser una niña porque lo sigo siendo, viví una niñez de la que no me acuerdo y vivo una adolescencia que con el tiempo olvidaré. Quiero estar segura de mis decisiones y de mi misma, hacerlo muestra algo de madurez o eso dicen, ¿pero que madurez, si llevo el pelo revuelto, estoy descalza pisando el suelo y llevo un vestido de flores?.
Me siento gorda y tengo la sensación de que nunca me veré como tendría que verme. Mis uñas recién pintadas se preguntan para qué las he arreglado, están preciosas pero para nada...solo las voy a apreciar yo.   Y para mi sin pintar o pintadas... me es lo mismo. El tiempo pasa y ocurren cosas, cuando crees que has evolucionado en algo, otros se encargan en recordarte de que sigues siendo la misma.

Irene.

                                                                                      

jueves, 28 de junio de 2012

Apoyada en los resquicios de la locura. Olivia.

Era un día importante. Corrían los niños por los caminos echos de piedra de la entrada. Una casa, una mansión grande, alta, inmensa. Tres pisos y ventanales que llegaban desde el cielo hasta el suelo. Olivia con su elegante y largo vestido azul eléctrico miraba con pánico el horizonte. Su vestido de escote barco, de lino azul más claro que el vestido. Su pelo rojo contrastaba a la perfección con ese azul, cualquiera hubiera dicho que no pero... a ella le quedaba bien.
-¿Que te preocupa Oli? La boda va a empezar y tu sigues aquí.
Había salido un momento a tomar el aire a la terraza, donde lleva dos horas pensando. Sus ojos verdes están rojos y apunto de desbordarse pero...siguen aguantando.
-Soy rara. Y estoy empezando a cansarme de mi misma.
Lo dijo con naturalidad, como si hubiese repetido esa frase muchas veces. Y era cierto, lo había repetido muchas veces delante del espejo, quería saber como se sentía al decirlo en voz alta. Marco se rió, y Olivia de lo tomó a mal.
-Eso, ríete. Como todos.
Marco se puso serio de repente. ¿Como era posible que después de tanto tiempo, Olivia pensara que se reía de ella?.
-No me río de ti Olivia. Me río de que lo que dices es estúpido, si, eres diferente con problemas diferentes que requieren soluciones diferentes pero... ¿cansarte de ti misma?.
Olivia lo miró de hito en hito y las palabras que le sucedieron eran palabras dichas por alguien que se despreciaba a si mismo.
-Me averguenzo de mi misma. Me doy asco, y no digo físicamente.
Marco se cabreaba minuto a minuto, segundo a segundo.
-¿Como puedes decirte eso?¿Como puedes si quiera pensarlo?
Olivia ya estaba al borde de las lágrimas.
-Puedo decirlo porque es la verdad. Cada cosa que escribo, cada cosa que hago, cada cosa que digo.-Su voz ya sonaba entrecortada.-Me da miedo perder a mis amigos por mis rarezas y mi forma de ser. ¿Marco, y si me abandonan?.
Marco se enterneció. Él entendía ese tipo de miedo a la perfección.
-No los perderás. Tus amigos lo son por lo que eres con tus rarezas y sin ellas. Si no te han dejado de hablar todavía es que se quedarán un rato más.
Marco sonrió deliberadamente. No quería sonreír en estos momentos pero es que no pudo evitarlo. Olivia pareció contagiarse y también sonrió.
-Es verdad, no debería preocuparme por tremendas tonterías, ¿verdad?.
Pronto las lágrimas que se le agolpaban desaparecieron y respiró aliviada. Marco le había dicho lo que quería oír y confiaba en él lo suficiente como para creerle.
-No. Ni siquiera deberías perder el tiempo en eso.
Olivia se acercó y Marco le tendió un brazo que ella aceptó alegremente.
-¿Bailas conmigo, Olivia? o a lo mejor eres demasiado rara como para bailar con alguien tan normal como yo.
Dijo con burla. Olivia le pegó en el antebrazo sin mucha fuerza.
-¿Eres tonto o qué?
Marco la miró extrañado, no sabía a que se refería si a lo de bailar con él o a que el también tenía una personalidad algo extraña. Aunque la duda no le duró mucho.
-Por supuesto que bailaré contigo.
Dijo Olivia con voz zalamera. Y reían mientras caminaban hacía el centro de la sala, donde los focos parecía que solo los alumbraban a ellos o ellos así lo creían.

Irene.

                                                                      

No es lo mejor que he escrito la verdad pero es que no tengo mucho inspiración.

Carly Rae Jepsen- Call me maybe.

Estoy muy pesada con las cancioncillas ya lo sé pero es que tengo mucho tiempo libre y claro pues me dedico a bailar como una loca...
A lo que iba, me encanta esta canción:

                                               

Cuidado con paloma- Emilio Aragon.

Bueno y esta entrada es un poco tonta pero es que el martes, además de ser el día de las notas pues era el baile de fin de curso del colegio, al que fui durante seis años. Pues resulta que la hermana de una amiga mía baila el baile de fin de curso de 6 y claro al ser su último curso y eso pues fui. Una de las canciones que bailaba cuarto, era Cuidado con paloma, me pareció rara la canción y vieja, sobretodo vieja pero bueno yo os la enseño.


Buenos días, Irene. Hoy no sientes nada.

No. No siento nada. Vacía siempre y eso no es sentir. Ya no río igual... ya no es igual... Daría cualquier cosa por llorar sin parar, para sentir algo, ¡es que es muy fuerte!, que no siento nada excepto miedo. ¿Y que pasa?¿Que el miedo se come todo lo demás o que? Porque no tengo miedo siempre y cuando no lo tengo...es que no se...
Soy egoísta por naturaleza y nunca se lo que quiero, pero me encantaría sentir algo, estar contenta no me llena porque aunque es muy bonito serlo por un momento... se acaba. Aparece y como aparece se va y es que además para que quiero estar contenta y ya soy risueña, si me paso 24 horas sonriendo. Eso no llena, porque no es verdad, me río y sonrío y no es cierto. Lo hago por simple costumbre. Yo quiero ser persona, y que me importen las cosas y sentir que soy algo, y... poder sufrir tanto que me dure más de unos 15 minutos como me duró la otra vez y quiero luchar por algo y quiero rendirme y después levantarme y quiero dejar de imaginarme cosas que solo pasan en mi cabeza y hacerlas realidad algo que me asusta porque las cosas nunca pasan como yo me imagino. Y quiero dejar de dudar. A lo mejor esto último se me pasa con el paso de los años pero por el momento dudo y eso no me gusta y quiero aconsejar a mi prima enamorada y resulta que no puedo porque no tengo ni puñetera idea de lo que se siente, en los libros te lo pintan muy diferente a como es en realidad. A lo mejor si el chico que le gusta fuera vampiro o inmortal o un hombre lobo, pues oye a lo mejor ahí si que podría ayudarla. Lo que es verdad es que, en cierto modo sí que he sido feliz de verdad, si sé lo que se debe sentir y fue algo... es que fue una estupidez pero me hizo sentir...no sé explicarlo, es difícil, porque era como si mis pulmones estuvieran llenos de algo más que de aire y que el estómago pensara que a partir de ahora no necesitaría volver a comer más, ya estaba lleno, mi perro Andy, que odia a muerte a otros perros empezó a jugar con Bruno, un cachorrillo, y era tan bonito verlos, mientras movían la cola y se mordían cariñosamente, era algo único. ¿Veis que era una tontería? Pero volvería atrás en el tiempo para volver a verlo, para ver como el tiempo se para y solo se mueven dos seres a los que no les importa otra cosa que no fuera correr alrededor de un árbol viejo, mientras sonreían, juro que los vi sonreír. Solo duró un momento, unos segundos me atrevo a decir, pero después de dos años todavía recuerdo esos segundos, y quiero volver a sentirlos porque me sentí... bien. Estábamos en un parque pero me reí a carcajadas y fue una risa diferente a todas las demás.
Me encanta vivir aventuras, y entiendo a la gente que dice que hay que sonreír más y que hay que salir de la rutina y cosas de esas. Ya me las sé, lo de sonreír no hay problema, ojalá dejara de hacerlo. Lo de salir de la rutina... Dios, eso es lo que hago siempre esa es mi rutina, hacer cosas que me sorprenden hasta a mi misma, recuerdo muy bien las palabras de mi padre " Hoy vamos a hacer algo diferente. Salgamos de la rutina, venga, ¡vamos!". Y recuerdo mis pensamientos, que yo solo quería ir al lago y abrazarlo, que no se me fuera y que me contará cosas de su niñez que como no le gustaba mucho me solía contar cosas de cuando tenía 15 o 16 años, a mi me parecía que vivió una revolución que se reveló contra el mundo para hacer lo que el quería. Yo no vivo ninguna revolución...jé no tengo nada con lo que revelarme. Me parezco a él, en realidad son clavadita a él, excepto en que él era alto y yo bajita, en el tenía el pelo negro y fuerte y yo...perdiendo el color cada año que pasa y tomando pastillas para que deje de caerse. Él tenia ideales y yo ninguno, él no fue prudente pero se lo pasaba en grande y yo... dejemoslo ahí.
Así que eso, lo que todo el mundo quiere, a mi no me hace falta, lo que el mundo anhela yo intento apartarlo, yo...lo que quiero es sentir y que alguien me demuestre que estoy equivocada respecto a mis miedos. Como hacía papá, si, lo echo de menos. Yo odio hablar por teléfono, pero...cuando lo veía no parábamos de hablar. Reencarnate anda. Y vuelve conmigo, porque te necesito. Te prometo contarte incluso lo que no me atrevo ni a contarme a mi misma, pero vuelve.

Irene.

                                                                            

miércoles, 27 de junio de 2012

Dirección: Tocar las nubes con los dedos. Olivia.

Se movía entre las ramas punzantes de los árboles. La trenza de cuero enredada al pelo ondeaba en el aire y de vez en cuando chocaba con el tronco de algún árbol. Como un espíritu del viento, como aire sin complejo. Como se movía en el bosque... lástima que en realidad solo sucediera en su cabeza.
El sillón de cuero en el estaba tumbada se amoldaba a su cuerpo a la perfección y bien se podría quedar ahí hasta que el mundo acabase.
-Señorita Mendez...
Dijo su psiquiatra arrastrando la última sílaba de su apellido, su intención era despertarla con la mayor tranquilidad posible. Pero Olivia no se movió ni un pelo, seguía en su bosque verde. 
-¡Olivia! Es hora de que abras los ojos, tengo más pacientes esperando.
Y era verdad. Fuera se oían los murmullos impacientes de gente necesitada de dormir, con problemas de sus relaciones sentimentales y con trastornos alimenticios...siempre son las mismas personas, con los mismos problemas que requieren las mismas soluciones y todos necesitan lo mismo que alguien escuche sus gritos de auxilio.
-No me manda ningún consejo o me recomienda alguna dieta o...
Empezó a pensar en cosas que le había recetado otras veces, durante tres años. Pero Álvaro Ruiz de 43 años, un doctorado y con varios másteres a su espalda, había conocido lo suficiente a la chica que hoy se erguía delante de él en sus sandalias planas de diseño, como para saber que ya era hora de que dejara de acudir a sus citas. Le tenía que mirar a los ojos y con sinceridad decirle lo que llevaba tiempo callándose, la última receta que, por lo menos él, le mandaría.
-Haz parapente. 
Los ojos castaños de Olivia se abrieron con sorpresa. Él sabía que el parapente era su límite, el límite que nunca había cruzado. Algo que siempre había querido hacer pero que nunca había podido.
-Pero...
-Pero nada. Llevas tres años viniendo y diciéndome lo mismo. Compadeciéndote de ti misma, creándote paranoias sin sentido que te han llevado por la calle de la amargura.-Se ilusionó con lo que iba a decir después.- Y es que en realidad nunca me has necesitado siempre has sido tú quien ha encontrado la solución a tus problemas. Olivia, tu problema es que necesitabas escucharte, no ser escuchada como todos mis demás pacientes, sino que no querías escucharte. Así que haz lo que siempre has querido hacer, o mejor, siente lo que siempre has querido sentir,...
Olivia sorprendida siguió la frase que Álvaro había cortado.
-Que no hay tierra bajo mis pies, y poder rozar las nubes con los dedos. Poder decir que he tocado el cielo y que por ello soy...
No pudo decir las últimas palabras. Bajó la cabeza. No podía mirar los ojos que la habían aceptado desde el primer día, porque le decían lo que ella era incapaz de aceptar...no se lo creía, no podía ser posible. Siempre había sido este sentimiento lo que la había frenado.
-Capaz de todo, Olivia, y que por ello eres capaz de todo. Es lo que te frena, el sentimiento de que no eres capaz, crees en lo imposible y eres incapaz de creer en ti misma. Sal por esa puerta ahora mismo y tírate por algún acantilado, vuelve cuando me digas a que huelen las nubes.
Salió como un tiro de la estancia. Corrió por los pasillos llenos de pacientes dirección...el cielo.
Álvaro se sintió completamente lleno después de soltar lo que tenía dentro. Debería habérselo dicho antes pero esperó a el momento justo.
Se volvió a sentar en su sillón de terciopelo verde, abrió su agenda y mirando la siguiente persona que el tocaba gritó:
-¡Siguiente!
Con una gran sonrisa en el rostro.

Irene.

                                                                         

martes, 26 de junio de 2012

Los sueños que arrastran mañanas. Olivia.

La música martilleante del piso de abajo se hacía menos audible a medida que subía los escalones. Sus tacones de aguja le molestaban demasiado y sus rozaduras eran cada vez más dolorosas, subía apoyada a la barandilla, intentando no hacer presión en el pié izquierdo.
La gente, o lo que quedaba de los que habitaban esos cuerpos que habían dejado de ser ellos mismos, subían y bajaban, el sudor corriendoles por la frente y el cuello. Ella con asco apartó la vista. Tenía que llegar al piso de arriba, con dolor, sin el, con zapatos o...sin ellos. Se quitó de golpe los puñeteros zapatos negros, bonitos, sí pero malditos.
Y subió de una corrida los cinco o seis escalones que le quedaban, sentía como los pies se le pegaban al suelo manchado de... ni lo sabía pero intentó convencerse de que solo era el contenido de algún vaso.
Una sombra se cruzó en su camino, y Olivia paró de golpe.
-¡Eh! Un poco de cuidado, hombre.
Levantó la cabeza. Nunca te esperes algo grande, nunca esperes menos de lo que te puede dar, acéptalo, las cosas pasan y por ello has de dejarlas pasar. Nunca creí que esta frase que escuché fuera verdad, supongo que me equivoqué. La persona que me hacía empujado ya no estaba, había desaparecido en lo que me cuesta decir: ¡Eh! Un poco de cuidado, hombre.
Entra en la primera habitación que se encuentra abierta. Es espaciosa y hay pocos muebles, una cama, un armario más bien pequeño y una mesilla de caoba tallada a mano. Se respira a polvo, pero no al polvo que se acumula por estar tiempo sin usar, si no al polvo que se acumula cuando nadie le ha dado importancia a una habitación, vacía y sin recuerdos ni vida... Olivia creía que las habitaciones escondían secretos, secretos que guardaban, creía que tenían ojos y siempre las habitaciones tenían que pertenecer a alguien porque al fin y al cabo son ellas las que se camuflan en las personalidades de sus propietarios. La suya por ejemplo, era blanca con flores negras y estaba repleta de baúles también blancos y negros en los que guardaba libros y libros...Cuando entrabas podías oler el olor a violetas de su perfume, era el olor de Olivia.
Pero en esa no se olía nada, no había posters, ni fotografías, no había papeles guardados en la mesilla de noche donde estaba escrita la declaración de alguien que nunca lo hizo. La habitación no tiene secretos que guardar y estaba tan desolada que...en el bolsillo interno de su vestido había un trozo de papel y un pequeño boli que le regalaron en el aeropuerto, se los saca y escribe dos líneas, sintiendo que le era infiel a su propio cuarto le pidió perdón y le prometió que también compartiría con su secreto.
"Los secretos que nunca se dicen y que no se pueden escribir por el simple echo de que ni siquiera su autor es capaz de saber que clase de secreto se esconde en él, son esa clase de misterios de uno mismo, los que más miedo me dan."
Lo dobla y lo esconde en una grieta de debajo de la cama.
Abre la ventana y se sube al alfeizar y siente el aire fría de la noche, ere una noche preciosa, el aire también enfría la herida ardiente del talón.
-Puñeteros zapatos...-murmura mientras siente el escozor.
-Oye perdona pero...¿te vas suicidar o algo? es para grabarte si eso.
Su voz sonaba burlona pero el echo de que dos segundos después sacó el móvil le informó de que iba muy enserio.
-No simplemente quería tomar el aire.
Responde sin mucha intención de querer seguir la conversación pero eso es solo porque no a visto siquiera con quién está hablando. No ha visto al chico de pelo negro y ojos azules que la mira con suspicacia, no ha visto que también se ha subido al alfeizar y no ve cuando se le coloca al lado y le pega un susto de muerte que casi le hace caer.
-Imbécil.- Dice temblando del pánico que le ha entrado. Entonces sí que le dirige un mirada.
-Hola, soy Lucas.
-Me da igual quien seas.
-No creo.
-¿Que?
-Que no creo que te dé igual. Creo que voy a cambiarte la vida y que no te vas a arrepentir de ello.

Abre los ojos de golpe. Respira con dificultad y la botella de ginebra que tiene al lado se desdobla hasta convertirse en cuatro. Ha sido un sueño, en realidad un recuerdo, pero que más da. Ahora ya nada importa. Ya nada queda después de la tormenta, ha arrasado con todo. Y las dudas que un día se disiparon han vuelto a aparecer. Eran las nueve de la mañana y se había pasado la noche bebiendo y no para olvidar si no para que como un día que también pensaba que todo estaba perdido él apareció y la salvó pensaba que volvería a hacer lo mismo, pero no.
Se dejó arrastrar por la autocompasión y la debilidad porque ya todo carecía de importancia, ahora las hojas caen por caer y las verdes crecen porque no les queda otro remedio. Arrastró los pies hacía...ni ella sabía donde.

Irene.

Ahora escribo mucho con la misma protagonista. No tiene mucho que ver una historia con otra pero bueno... creo que Olivia todavía le quedan muchas caras que mostrar así que no creo que sea la última vez que hable de ella.


                                                                                  

lunes, 25 de junio de 2012

Walk the moon- Anna Sun

La pantalla cayéndose por la puerta,  la puerta colgando de las bisagras. Me duelen los pies, mi espalda está en sus últimas, derruimos las paredes, dormimos en sofás. Alegramos esta casa.


Petardos al este, mi coche aparcado en el sur, tus manos en mis mejillas, tu hombro en mi boca. Estaba contra la pared en el entresuelo oeste, hacemos vibrar esta ciudad, hacemos vibrar esta escena.

¿Qué sabes tú? Esta casa se está derrumbando. ¿Qué puedo decir? Esta casa se está  derrumbando . No tenemos dinero, no tenemos corazón. Vamos a agitar esta ciudad fantasma.
¡Esta casa se está derrumbando!


La pantalla cayéndose por la puerta,  la puerta colgando de las bisagras. Me duelen los pies, mi espalda está en sus últimas. Estábamos contra la pared en el entresuelo oeste, hacemos vibrar esta ciudad, hacemos vibrar esta escena.

Vivo mi vida sin viajes en carro de estación a estación, titubeando por el fondo, sin cinturón de seguridad, esperando al verano, saliendo a coger aire. Es todo pasajero.


Vivo mi vida sin salir a tomar aire, es todo pasajero, quiero a todo el mundo bajando la montaña corriendo, soy más rápido que tú, esperad al verano.

¡Esta casa se está derrumbando! Vamos a agitar esta ciudad fantasma. ¡Esta casa se está derrumbando!.


                                                      

Tener que dejar de pensar en cosas que... no valen la pena.

No tengo palabras para describir lo que vi, tampoco tengo algo que decir. Me mantuve quieta mientras todo sucedía, como esperando que alguien me dijera que era mentira, ficción de alguna mala película...
Era verdad, pero mi gran capacidad de hacer de las verdades mentiras y de las mentiras verdades salió a la luz. Mi gran talento de no acertar la realidad, me dicen fuerte y yo me río de ellos, soy fuerte porque me miento a mi misma, me refugio en mis peculiares miedos y pretendo ser invisible al mundo o ser yo la ciega.
¿Nunca os ha pasado de que no queréis que alguien cambie y que cuando lo hace vosotros seguís pensando que no lo ha hecho? Pues creo que eso me está pasando a mi. Y no me gusta pensar eso, me da pena...ahora mismo lo único que me apetece es coger el avión largarme con esa persona que hace que mis penas sean menos porque me mantiene despierta (que también temo que haya cambiado). Esto solo hace que la frase ya repetitiva de "crees que todo el mundo es igual que tú y por eso crees te traicionan, pero solo porque crees que nunca lo harán" se repita una y otra vez. He de dejar de esperar algo de la gente, porque normalmente es una perdida de tiempo, no son igual que tú, ellos cambian y tu no, ellos saben lo que quieren y hacen cualquier cosa para conseguirlo y tu...siento decirte que no, tú no haces nada para conseguir lo que quieres porque eres demasiado conformista, confías demasiado en la vida y no tienes prisa por nada excepto por vivir, por vivir rápido y con ganas para poder escribir la sensación después. Así que ya puedo cerciorarme de esto o seguiré pasando horas pensando en cosas que no valen la pena.

Irene, las hogueras de San Juan esconden secretos que solo los sobrios son capaces de ver.

                                                                                   

sábado, 23 de junio de 2012

El orgullo de Olivia.

La noche era abierta, el aire no estaba cargado y se podía respirar sin dificultad. Pero pese a ello Olivia se sentía como en una burbuja, lo que sucedía a su alrededor parecía no importarle, su largo pelo castaño golpeaba su espalda a cada paso. No hacía frío pero ella tiritaba. ¿Que era lo que tanto la atormentaba? Se preguntaba. Pensó que sería que desde el accidente de Lucas, no había salido de casa. Se mantenía escondida, mientras fuera el bullicio seguía su camino sin importar que ella se hubiese detenido.
Esa tarde había decidido salir un rato, aunque solo fueran cinco minutos. Pero la luz la deslumbró tanto que esperó a que se hiciera de noche. Cuando salió pensó que no ocurriría nada, un simple paseo por los alrededores, ni siquiera había mucha gente por las calles. Tres o cuatro personas rezagadas que salían de bares o de puestos de trabajo. Pero a ella le daba igual, miraba el suelo y se preocupaba por lo que había pasado, algo que tenía que superar pero que no podía, no había manera de olvidarse de él.
En el funeral, pensó de verdad que no le afectaría demasiado. Solo se sentaría en uno de los bancos del fondo y escucharía los discursos y los lloros de los demás. Pensó que ya había llorado demasiado y que no le quedaban más lágrimas para derramar. Se equivocaba. En las primeras palabras entrecortadas de alguno de sus amigos de clase, al que ella no conocía, se le formó un nudo en la garganta que no pudo deshacer, el labio le empezó a temblar y en vez de levantarse e irse a llorar sola, se quedó quieta, agarró con fuerza su pañuelo ya malgastado de papel y lo retorció de odio y rabia hacía Lucas. Los chorreones le caían sin cesar y a ella no le molestaban, siempre pensó que era una tontería secarse las lágrimas, puesto que por cada lágrima quitada caían cinco a la vez. ¿Como era posible que la hubiese dejado sola? Él le dijo que nunca lo haría. Pero se mentía a ella misma, porque esas no fueron sus palabras si no que siempre que se sintiera sola lo llamara que iría sin dudarlo.
-Pues ahora esto sola, y no veo que aparezcas.-Murmura para sí dentro de su pequeña burbuja que no deja pasar el aire. Espero impaciente a que la sensación que le producía su presencia cuando estaba cerca volviera. No lo hizo. Pero igualmente levantó la cabeza, él siempre decía que mejor cabeza alta y cuerpo pequeño, que cuerpo grande y cabeza gacha.
Los segundos que sucedieron después no se los esperaba y no tuvo tiempo para prepararse. Así que cayó. Cayó de rodillas en el camino de piedra. Los ojos de Rafa, el mejor amigo de Lucas la había dejado sin aliento. Sus ojos seguían conectados, y cuando ella se derrumbó Rafa no dudó en ir corriendo abrazarla por los hombros.
-No te derrumbes con tanta facilidad Oli, ya pasó. Ya pasó, ¿me oyes?, ya pasó.-Le dice en el oído, pero para ella no es suficiente, lo necesita a él. Necesita que le diga que está penosa tirada en la calle, que por lo menos tenga la decencia de parecer menos desesperada ante su falta. Le hubiera secado las lágrimas y después le hubiese preguntado...
-¿Quieres un helado? Las penas con helado se olvidan.-Dijo Rafa, despertó en ella una sonrisa, a Lucas le encantaba el helado, al odiar el alcohol, él se emborrachaba con helado de Stratachella.
-Le echo de menos Rafa. Era algo único.-Dijo a duras penas Olivia.
-Ya lo sé Oli, por eso has de parar de echarle de menos. Siempre era él que decía que aunque no lo viéramos estaba acechándonos.-Olivia rió, y Rafa siguió-Piensa que está ahí muriéndose de celos porque no puede comerse su helado favorito con nosotros.
Olivia asintió y con ayuda de Rafa se levantó del suelo, se alisa las leves arrugas de la falda y deja que Rafa la guíe hasta la heladería.
Antes de llegar Olivia dirige una rápida mirada hacia atrás. Y atisbó algo, fue muy rápido pero lo vio. Era un recuerdo, de él subiendo la cuesta principal que llega hasta la heladería, con su paso lento y elegante, le sonrió. El recuerdo le sonrió, y supo entonces Olivia que seria la última vez que Lucas le dirigiría una sonrisa, él no las regalaba, había que ganárselas. Y ella se la había ganado, se había enfrentado a su recuerdo, y después de derrumbarse se había levantado. El orgullo hacia si misma le recorrió con un escalofrío.

Irene.

                                                                            

No se sabe nunca lo que va a pasar, no sirve de nada hacer planes porque en algún momento, puede que dentro de cinco minutos, ocurra algo que le de la vuelta a todo, puede que a tu vida o simplemente a tus intenciones de hacer algo hoy. 
Pues eso ha ocurrido. Llevamos meses buscando un nuevo sitio que sin necesidad de mirarlo digamos este es el adecuado. Pasó el miércoles de esta semana, he aquí el momento en el que tienes que decir adiós a algo que te ha pertenecido durante cuatro años para decirle a otro hola durante los otros próximos cuatro años. Si, nos hemos mudado. Está un poco más arriba de donde vivo ahora pero...es un cambio. 
Así que me darán de baja internet, dicen que este fin de semana. No lo sé. Si mañana lo sigo teniendo pues publicaré algo, si no pues ya lo sabéis que no es por que haya dejado el blog ni nada es que no hay internet.
Hasta el dos de Julio o el tres, no sé, por ahí supongo, publicaré. Y si no me lo quitan hasta el uno de Julio pues mejor, la verdad es que no lo sé, pero por lo menos os aviso.

Irene.

Aunque tu no lo sepas - El canto del Loco.


Aunque tu no lo sepas
me he inventado tu nombre
pero eh con promesas
y he dormido en los coches,
aunque tu no lo entiendas
nunca escribo el remite en el sobre
por no dejar mis huellas.

Aunque tu no lo sepas
me he acostado a tu espalda
y mi cama se quejaba,
fria cuando te marchas
y he brindado mi puerta,
y al llegar la mañana
no me di ni cuenta
de que ya nunca estabas.

Y aunque tu no lo sepas
nos deciamos tanto,
con las manos tan llenas
cada día más flacos,
inventamos mareas,
curábamos barcos,
yo encendía con besos
el mar de tus labios.


No sé muy bien porqué me gustó tanto esta canción, quizás sea porque no es una canción de amor, 
tampoco de desamor. La echa de menos, pero no la quiere de vuelta, da la sensación de que simplemente
recuerda.

Irene.
Ayer fui a ver Tengo ganas de ti, y al acabar la película, cuando todo el mundo se iba yo me quedé sentada. No podía irme, tenia que quedarme. Tenia que verla una segunda vez, me pasa muy pocas veces. Cuando veo una película normalmente cojo a la primera lo que quiere decir, normalmente salgo contenta del cine. Pero ayer no podía irme, tenia que verla dos veces porque me daba la sensación de que no había captado el mensaje, me daba la sensación de que la película no podía haber terminado porque...aún quedaba tanto por decir y explicar...
Salí con una sensación rara. Cuando vi Intocable, recuerdo que salí con unas ganas de tremendas de explicar lo que yo entendí, las palabras en mi cabeza hacían eco, y mi mano estaba impaciente por escribir. No lo hice porque de vuelta a casa estaba demasiado cansada. Pero con Tengo ganas de ti, no sentí paz, ni nada, no podía explicar lo que entendí porque daba la sensación de que...el encender las luces que salgan por la puerta de delante por favor, era solo un descanso, puede que de un año, o puede que de dos. Pero no pudo terminar así, acabo bien, vale, pero no lo había dicho todo. Todavía quedaban cosas por decir, y las películas, tienen que decirlo todo, porque por eso es ficción, para eso me siento en la butaca, para que digan los que otros se callan y me demuestren que lo imposible existe.
He de darle las gracias a todas las películas que me he comido viernes y fines de semana, una detrás de otra. Y a todos esos libros imposibles que me han echo creer que hay cosas que no vemos pero que están ahí. Todas estás cosas han echo de mi un ser que cree que lo puede conseguir todo con tan solo imaginarlo y que si yo lo imagino es que existe en alguna parte de este mundo. Puede que todavía no lo haya visto pero existe, esperando a que yo lo encuentre, he ahí la razón de mi curiosidad infinita, de mi tozudez imposible y de mis reflexiones que con sentido o sin él, a mi me hacen gracia. 
Entonces mi querida Sofía, he de decirte algo: que si yo soy posible, entonces todo lo que tu crees imposible también lo es.

Irene.


                                                                          

viernes, 22 de junio de 2012

Olivia.

Una taza humeante de café. Una mano que la apretaba con fuerza.
La casa de paredes blancas que según el decorador le transmitiría paz y tranquilidad, no le ha traído más que problemas sin soluciones. La tele está encendida pero no tiene volumen, ahora lo hace con frecuencia, eso de encender la tele y quitarle el sonido.
Para que lo único que se oiga sea la respiración lenta del perro y los rápidos movimientos de las chinchillas en la jaula.
Olivia está harta de la gente. Ella preferiría ser egoísta, pensar solo en ella, escucharse solo a ella, atenderse solo a ella.
Porque se siente vacía. No sabe lo que es luchar, nunca lo ha echo. Añora amar, y nunca ha amado. Añora ser feliz y nunca lo ha sido.
Olivia quiere irse lejos, muy lejos, llegar a un sitio abierto, cualquiera, tumbarse en el suelo con las piernas recogidas y mirando al cielo. En este momento con la taza en sus manos puede sentir la hierba fresca en la espalda.
Mirar el cielo y espirar, sentirse llena, completamente llena, pensaba que el aire llenaría su vacío. Ayer cuando estuvo en clase solo pensaba u deseaba quedarse sola en su pupitre. Sin nada de compañía excepto el runrún de los coches y las aulas abarrotadas. Y mirar por la ventana, las casas de muchos colores.
Solo pensaba en ser alguien, en luchar por algo y en amar algo.
Olivia, es la que se bebió el café, se tumbó en el sillón, subió el volumen y rió, por nada, por todo y por las tonterías que hacían en la tele.

Irene.

                                                               

lunes, 18 de junio de 2012

Los ojos profundos del hombre desconocido.

Camina por los pasillos del instituto, con la tarjeta de "permiso para ir al baño" del maestro de matemáticas. Al lado va Celia, que nerviosa no para de decir que le va a explotar la vejiga, a ella también pero asiente, sonríe y no dice nada.
-¡Buenoooo! ya verás, entre que entregas la tarjeta y te da la otra, ya nos habremos meado.
Dice. Celia ríe y con una risotada suelta:
-¡Pues pobre limpiadora!
A eso ya estaban cruzando la puerta de portería. Celia le da la tarjeta a la señora, de la cual no se acuerda el nombre, pero que la conoce desde hace tres años, es más también conoce a su hijo, y al mejor amigo de su hijo, de los que tampoco se acuerda como se llaman, pero que sabe lo que hicieron el fin de semana.
Celia coge la llave y también la otra tarjeta que dice que tienes que estar en el baño, si estás en otro sitio, tienes un problema. Se apuntan el el parte del baño y mientras se apunta Celia, esta intenta decirle a su vejiga que aguante un tanto más.
-¿¡Que! Encontrando posturas para aguantar?
Dice la señora sin nombre. Ella se ríe y corriendo se apunta. Entran en el baño, Celia llena la botella de agua mientras, ella se mete dentro del cubículo. Se fija en que hay muchas hormigas, le hace gracia porque salen del cubo de basura lleno de compresas, "podrían ser un poco más modositas, ¿no?" se dice. Cuando sale,  espera Celia que todavía no ha terminado. Se para a dar una vuelta entre los lavabos y el secador. Una ventana de cristal aglomerado se levanta ante ella, imponiendo su papel de pared, un poco menos gruesa. Un día normal, nada nuevo excepto que su amiga no haya venido a clase y le haya dejado con las palabras en la boca en cuanto a lo que hizo ayer.
Cuando salen del baño, Celia cierra la puerta, todavía no ha pasado nada raro, se la entrega a la señora sin nombre, y coge la tarjeta del profesor.
Un paso.
Solo un paso, para salir por la misma puerta por la que ha entrado.
Solo un paso para poder volver a recorrer los mismos pasillos, que siempre, como un día normal. Sin nada nuevo.
Y de repente sin esperárselo:
Se para en seco, todavía mirando al suelo, algo le ha obstaculizado el paso de repente. Levanta la cabeza esperando encontrarse con algún profesor con prisa, con algún alumno o con alguna madre que ha venido a recoger a su hijo por enfermedad, no espera encontrarse con... unos ojos con alma relajada, mirada serena pero potente y atrayente, mirada de alguien que sin querer se ha cruzado contigo, mirada verde, un verde raro, como el de aquella vez, ¿te acuerdas?, fue la última vez que vio esa clase de color, no era la misma mirada, la otra era superficial, mirada de pasota total, mirada de cansado de la vida, era la mirada de alguien de 15 años, pero la mirada que tenía delante se parecía en nada a la anterior. Pero esos ojos como la otra vez, como muchas otras veces, la dejaron plantada donde estaba, con la tarjeta en la mano, con su voz de "huy perdón" resonando en sus oídos, ni siquiera se acuerda de la voz, solo de sus ojos. Intenso verde oliva, pelo negro, mucha más mayor que ella y... en bachillerato no estaba así que tendría que ser...no sabe...
Pero como siempre le pasa con esos ojos, los otros son los que apartan la mirada, porque ella no puede. 
-UFFF, que guapo, ¿no?
Dice Celia a lo bajini. Ella asiente, pero es realidad no sabe si era guapo o no, ni lo miró, solo se quedó quieta mirando sus ojos como si fueran de otro mundo y de verdad que lo eran, porque siempre que se cruzo con alguien con ese color y casualmente todos son chicos, piensa que se podría quedar mirándolos todo la vida que aun así seguiría intentando resolver que clase de colores se han mezclado para que salga ese...raro, extraño, color.
Siguen caminando, no miran atrás. 
Según el maestro de matemáticas no es un profesor, ¿entonces que es?, ¿un fantasma?, un ser que ha aparecido para que como la otra vez se quede semanas pensando en lo que escondían esos ojos, esa alma color verde oliva.

Esto aunque esté es tercera persona, soy yo, esta mañana. Y de verdad esos ojos se me cruzaron por el pasillo, no a la vuelta de la esquina, pero casi, xD.

Irene.

                                                                   

domingo, 17 de junio de 2012

Las formas raras de las nubes de verano.

Hoy me ha dicho mi prima a través de un mensaje: Venga prima que llegue ya el verano que la bicis nos están esperando. Y he decidido hacer una entrada con lo que he sentido después de leerlo, xD.

Echo de menos el sentimiento de emoción al no saber a donde ir y cerrar los ojos y con el dedo decidir a la dirección a donde ir, sin preocuparse cuanto nos costará volver a casa, ni los kilómetros, ni los límites, ni nada. Echo de menos el sentimiento de que las piernas no puedan más y que quién pedalee sea tu corazón martilleando con euforia porque como todos los años he cumplido lo que se merecía: volverse loco por bajar la cuesta más larga del mundo y más loco todavía cuando no te da tiempo a girar el manillar en una cuesta. Porque lo que te mueve a seguir no es el aire que corre, da igual el calor que haya, lo que te hace seguir es lo que hay al final de cada camino perdido que hace mil años que nadie va por allí. Llegar a pueblos que según el yayo estaban muy lejos y sentirte orgullosa de ti misma, tus piernas agotadas te han llevado a lugares que de ningún otro modo hubieras descubierto.
Echo de menos no poder moverme a la mañana siguiente por las agujetas y aun así volver a montarte, aunque tu culo se revele, no te sientas y punto aunque al final te tendrás que aguantar porque podre espalda.
Echo de menos levantarme una mañana y darme cuenta de que tengo tantas ganas de correr que doy vueltas a la calle en pijama y con chanclas para después sentarte y desayunar. Al final de la tarde tomarte el último helado de chocolate y que tu primo el pequeño te lo quite porque era el último. Echo de menos reírme por las las formas raras de las nubes y imaginar cualquier cosa (cuanto más rara mejor) para combatir el calor junto con el aburrimiento. Echo de menos quemarme los pies y correr como loca por ponerlos a la sombra. Esto solo pasa en verano, no pasa en primavera, ni en otoño, ni en en invierno, en esas estaciones pasan otras cosas, estás solo ocurren en verano. Y cuando se acaba, se ha acabado y lo aceptas porque el otoño llega y con el las castañas y las hojas secas.
 Lo echo de menos, muchísimo. Sobretodo la sensación de al final volver a casa, cuando estás en el avión y ves como los kilómetros de distancia te reprochan que te vayas ¿a donde vas? te preguntan, a casa, respondo yo.
Al fin y al cabo como todo las cosas terminan y empiezan otras y todo es perfecto. Siempre lo es, en verano puede pasar cualquier cosa, sorprenderte todos los días y disfrutarlos todos y cada uno de ellos. El verano está lleno de historias incompletas y listas para ser completadas, es la estación de las lineas escritas en el cielo y de las sonrisas congeladas en el tiempo por el flash de una cámara, la estación sin rutina, la estación sin horas y sin días, no hay tiempo, no hay lugares prohibidos, las locuras solo lo son en verano y los problemas todavía no lo son y por lo tanto tampoco sus consecuencias, no causas, no hay reproches, no los hay. La rutina la trae el otoño, en navidad el ajetreo del los aviones y los abrigos, en primavera las chaquetas y los pañuelos, pero no pensemos en eso ahora, toca el verano y solo se permite pensar en él, y en como te sorprenderá esta vez.

Irene.

                                                                              

93 Million Miles- Jason Mraz.

93 millones de kilómetros hasta el Sol. Las personas se preparan, porque aquí viene, es una luz, una luz hermosa, más allá del horizonte que ven tus ojos. Qué hermoso. 
 Mi hermosa madre me dijo: 
"Hijo, en la vida, a veces te vas a ir muy lejos, y si lo haces bien te encantará donde estarás.
Sólo sé que donde quiera que vayas, siempre puedes volver a casa".


240 mil kilómetros hasta la Luna, que ha recorrido un largo camino para estar aquí, para compartir esta vista de la noche, una noche gloriosa. En el horizonte hay otro cielo brillante. 
Mi padre irrefutable me dijo:
"Hijo, en la vida todo puede parecer oscuro, pero la ausencia de la luz es una parte necesaria. 
Sólo sé que donde quiera que vayas, no estás solo, siempre puedes volver a casa". 


Siempre se puede volver atrás. 

Cada camino es una pendiente resbaladiza, pero cuando te resbales siempre habrá una mano que podrá sostenerte.
Mirando más profundamente a través del telescopio se puede ver que tu casa está en tu interior, que va a donde vayas tú.

Sólo sé que donde quiera que vayas, no estás solo, siempre puedes volver a casa.

Siempre puedes volver a casa, que espera impaciente tu llegada.

93 millones de millas del Sol, la gente ya está preparada, aquí viene, es una luz, una hermosa luz, más allá del horizonte que ven tus ojos.


Bueno aquí está la canción, está retocada por mi, porque la traducción no me gustaba mucho.


                                                                               
Irene.

sábado, 16 de junio de 2012

-Pues...porque...los silencios se aprecian cuando las palabras sobran y las cosas se observan cuando el aire es el único que habla.

                                                     

jueves, 14 de junio de 2012

Revisa las repisas de lo que hay detrás de la ventana.

Fíjate que clase monstruo hermoso somos los humanos. Nos compadecemos de nosotros mismos, adoramos a seres que no conocemos y creemos que todo cambia cuando somos nosotros los que las hacemos cambiar. Amplificamos las promesas hasta hacerlas nuestras, cuando solo son palabras, palabras que significaron algo, una vez, ahora ya no. Y lo mismo pasa con los momentos que se hacen recuerdos, tenemos la manía de querer poseer todo aquello que nos rodea, incluso el aire que respiramos. Los minutos que según nosotros nos pertenecen son solo momentos, solo cosas que pasaron una vez y que no volverán a pasar de la mima manera. Susurramos al mundo que nos pertenece, y lo decimos bajito para que solo nos oigamos nosotros mismos, para que cuando nos escondamos detrás del trono podamos decir que no pasó nada.
Huir es la solución a todo, alejarse de aquello que no queremos, lo desechamos, porque según nosotros hace daño. Otros no, en otros casos permaneces sujetos a un tronco sin movernos, esperando el golpe que vendrá después.
¿Que clase de monstruo hermoso, intenta sobrevivir en un mundo donde sabe que va   a morir? Un monstruo que mejora, que permanece, que padece...un monstruo que hace las cosas bien, que cada monstruo intenta llegar a un fin, el de intentar ser feliz. Pero no corre prisa, tenemos toda la vida para conseguirlo. Unos piensan que es ver el lado positivo a todo, pero eso solo consigue que te lleves miles de palos, miles de traiciones no merecidas y miles de lágrimas que escondes para que la luna ni el sol sepan que ellos han ganado que son los reyes, en vez de nosotros. Otros, como yo, se odian a si mismos, al mismo tiempo que se aman, porque aunque no se miren nunca al espejo saben que están bien. Los tipos de personas que tropiezan con la misma piedra y que se ríen al caer, somos torpes por naturaleza. 
Hay millones de monstruos y el echo de compadecerse del mendigo y de acariciar al niño, el echo de que todos los monstruos necesitemos un abrazo nos hace personas, seamos lo que seamos, es verdad que nos matamos unos a otros y que hay millones de cosas por las cuales el ser humano es despreciable, pero ¿que más da? Cuando hay otras millones de cosas por las cuales el ser humano es el ser más maravilloso del mundo. Hemos creado lo más grande de este mundo, que ha conseguido que seamos lo que somos, los sentimientos. Y esos, por mucho que quiera a los animales no los han creado ellos, somos el único animal capaz de sentir variaciones de miedo y de dolor, los únicos que somos capaces de amor y de crear mundos.
Somos grandes aunque un poco cobardes.


Irene, ama este mundo de forma incondicional, siendo un asco o siendo maravilloso.




                                                  

miércoles, 13 de junio de 2012

Sigo siendo yo, y por eso pasa lo que pasa.

Venga que yo puedo.
Me siento intercambiada, utilizada, ¿hundida? Desinflada me va mejor, aliviada.
Intercambiada: Después de todo lo pasado y lo hablado, yo creo que no me merezco que echen a los perros, y encima por otra persona. Que a ver la verdad yo ya me lo veía venir pero...supongo que uno espera que no sea verdad. Y confío ciegamente de que esto a pasado porque siento un miedo horrible a perder a la gente, entonces se me metió en la cabeza y claro era tanto el miedo que se hizo realidad y que cuando pasó me sentí aliviado ¿no?, porque me he quitado un peso de encima. Pero me siento también porque yo no sé, ¿sabes? Soy muy confiada y quiero a todo el mundo, aguanto a todo el mundo y perdono a todo el mundo me hagan lo que hagan y me digan lo que digan. En el fondo me digo a mi misma que no la soportaba solo la aguantaba porque me es imposible decirle a una persona algo malo, no puedo hacerle eso al alguien ¿me entiendes?, no puedo... Y aquí empieza el sentimiento de haber sido utilizada.
Utilizada: Dos años, y después de dos años ni siquiera me miras a la cara. Ni un hola ni medio salvo cuando ellas no están entonces si te me acercas y como no tengo los huevos de mandarte a la mierda pues...sonrío y punto, aunque tenga ganas de tirarte por la escalaras y de decirte que aunque parezcas fuerte y madura eres una niñata de mierda, que aunque vayas de lista no sabes nada y eres la persona más débil del mundo, por no llorar, por no ser humilde y simpática, por no sonreír, por eso y mucho más eres débil. Y yo completamente gilipollas, por confiar en que lo que me hiciste una vez no me lo volverías a hacer y sobretodo con la misma persona es que ya es de tontos, has echo una mala jugada, porque en el mundo solo hay una persona que te soporte sin dejarte abandonada y soy yo. Por tonta y imbécil, porque en el fondo creo que esto me ayuda a tener buen karma aunque los pensamientos de como matarte los contrarresta un poco.
Desinflada: Porque es que todo el mundo en algún momento me deja, y no sé es que siempre caigo en lo mismo, ¿porque no soy capaz de decirle a nadie a la cara lo que pienso? Vamos, todo el mundo lo hace, ¿porque yo no? Son los ojos, los ojos que son el reflejo del alma, que cuando los miro pienso que todo el mundo merece una oportunidad, o una segunda. Y encima si estoy sola delante de los ojos unos suplicantes...¡¡¡arggg!!!, no puedo, se me ablanda el corazón, nadie se merece que le hagan lo que a mi así que yo no se lo hago a nadie, pero todo el mundo me lo hace a mi. En el fondo creo que es culpa mía, que en realidad debería estar sola que no debería tener a nadie que me aminara. Me siento desinflada porque siento que no pertenezco a ningún sitio excepto a mi propia soledad, ella si que no me deja nunca, le he cogido cariño y todo a la desgraciada, jájá.
Aliviada: Porque yo nunca me quedo con lo malo, siempre encuentro algo bueno con lo que conformarme, y aunque tú no tienes nada bueno, yo siempre te lo ponía porque todo el mundo tiene un lado bueno ¿no?. Aliviada porque te perdono, pero juro que nunca, nunca más me volverás a hacer lo mismo. Ya está bien, ¿tres veces con la misma persona? No. Ya vale, has llegado a tu límite.
Y bueno, ya está. Ahora me siento mejor, he encontrado las palabras adecuadas y he juzgado mi sentencia, ahora ya puedo irme tranquila a la cárcel, a la propia cárcel que me he echo yo, forjada por mis pensamientos optimistas y mis miles de sonrisas de mentira.

Irene.

                                                                              

¡¡¡Y madre del amor hermoso!!! ¿Como es posible que después de todo lo único que escuche es está canción:
                                                             
Aunque también estoy escuchando mucho esta:


De verdad que me sorprendo de mi misma, no sé que le está pasando a mi vida y voy ya y escucho música optimista y la verdad es que me encanta. ¿No voy a cambiar nunca verdad? Parece ser que no...