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jueves, 28 de junio de 2012

Apoyada en los resquicios de la locura. Olivia.

Era un día importante. Corrían los niños por los caminos echos de piedra de la entrada. Una casa, una mansión grande, alta, inmensa. Tres pisos y ventanales que llegaban desde el cielo hasta el suelo. Olivia con su elegante y largo vestido azul eléctrico miraba con pánico el horizonte. Su vestido de escote barco, de lino azul más claro que el vestido. Su pelo rojo contrastaba a la perfección con ese azul, cualquiera hubiera dicho que no pero... a ella le quedaba bien.
-¿Que te preocupa Oli? La boda va a empezar y tu sigues aquí.
Había salido un momento a tomar el aire a la terraza, donde lleva dos horas pensando. Sus ojos verdes están rojos y apunto de desbordarse pero...siguen aguantando.
-Soy rara. Y estoy empezando a cansarme de mi misma.
Lo dijo con naturalidad, como si hubiese repetido esa frase muchas veces. Y era cierto, lo había repetido muchas veces delante del espejo, quería saber como se sentía al decirlo en voz alta. Marco se rió, y Olivia de lo tomó a mal.
-Eso, ríete. Como todos.
Marco se puso serio de repente. ¿Como era posible que después de tanto tiempo, Olivia pensara que se reía de ella?.
-No me río de ti Olivia. Me río de que lo que dices es estúpido, si, eres diferente con problemas diferentes que requieren soluciones diferentes pero... ¿cansarte de ti misma?.
Olivia lo miró de hito en hito y las palabras que le sucedieron eran palabras dichas por alguien que se despreciaba a si mismo.
-Me averguenzo de mi misma. Me doy asco, y no digo físicamente.
Marco se cabreaba minuto a minuto, segundo a segundo.
-¿Como puedes decirte eso?¿Como puedes si quiera pensarlo?
Olivia ya estaba al borde de las lágrimas.
-Puedo decirlo porque es la verdad. Cada cosa que escribo, cada cosa que hago, cada cosa que digo.-Su voz ya sonaba entrecortada.-Me da miedo perder a mis amigos por mis rarezas y mi forma de ser. ¿Marco, y si me abandonan?.
Marco se enterneció. Él entendía ese tipo de miedo a la perfección.
-No los perderás. Tus amigos lo son por lo que eres con tus rarezas y sin ellas. Si no te han dejado de hablar todavía es que se quedarán un rato más.
Marco sonrió deliberadamente. No quería sonreír en estos momentos pero es que no pudo evitarlo. Olivia pareció contagiarse y también sonrió.
-Es verdad, no debería preocuparme por tremendas tonterías, ¿verdad?.
Pronto las lágrimas que se le agolpaban desaparecieron y respiró aliviada. Marco le había dicho lo que quería oír y confiaba en él lo suficiente como para creerle.
-No. Ni siquiera deberías perder el tiempo en eso.
Olivia se acercó y Marco le tendió un brazo que ella aceptó alegremente.
-¿Bailas conmigo, Olivia? o a lo mejor eres demasiado rara como para bailar con alguien tan normal como yo.
Dijo con burla. Olivia le pegó en el antebrazo sin mucha fuerza.
-¿Eres tonto o qué?
Marco la miró extrañado, no sabía a que se refería si a lo de bailar con él o a que el también tenía una personalidad algo extraña. Aunque la duda no le duró mucho.
-Por supuesto que bailaré contigo.
Dijo Olivia con voz zalamera. Y reían mientras caminaban hacía el centro de la sala, donde los focos parecía que solo los alumbraban a ellos o ellos así lo creían.

Irene.

                                                                      

No es lo mejor que he escrito la verdad pero es que no tengo mucho inspiración.

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