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domingo, 20 de mayo de 2012

Pequeñas debilidades.

El mar tenia su característico vaivén, empezaba azul y acababa en espuma, rozando levemente las puntas de mis dedos. Aun así su frío contacto me hizo estremecer.
Me hizo pensar en las pocas cosas que me hacen estremecer, un buen libro, las cosquillas en la nuca y entre las costillas, acariciar imperceptiblemente el suave pelaje de las chinchillas, el contacto del perro en la espalda (cuando no para de dar vueltas hasta encontrar el sitio adecuado), el cálido sabor del chocolate recién caliente, la abundancia de azúcar en las fresas, escuchar el triste sonido del violín, las películas que me hacen llorar aunque todo acabe bien, el olor de las violetas, los ojos azules (tan fríos como el hielo y al mismo tiempo tan delicados), las sorpresas inesperadas y las risas liberadas.
Son pocas cosas, en realidad ni siquiera son suficientes. Es difícil encontrar aquellas pequeñas cosas que hacen que un segundo sea especial.

Irene, mis pequeñas debilidades.

                                                                         

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