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domingo, 26 de agosto de 2012

Cosas que Irene dejó para después, y abandonó en la cuneta de alguna carretera.

La compasión. El amor por alguien que no sea ni mio ni yo. Los sentimientos que no tengan que ver conmigo. Un corazón palpitante de gratitud. Los favores. Los rencores. Los problemas. Cualquier sentimiento frío y respetuoso referente a la muerte, bromeo con ella, ella lo hace conmigo. Los arco iris, que ya no miro como los miraba antes. La esperanza, dicen que es lo último que se pierde, pero a no ser que la esperanza sea ilusión, está abandonada y echa añicos entre los matorrales de detrás de alguna gasolinera de carretera. Los sueños que hacen que tengas ganas de seguir, soy solo placeres e ilusiones, lo demás lo desconozco.
Casi a punto de abandonar a mi alma, la tengo metida en el maletero y de momento no oigo sus gritos de ayuda, está amordazada. Cualquier pensamiento sujeto a esta realidad asfixiante. Las ganas locas de la mayoría de las adolescente por tirarse encima de los cantantes de moda, de subir las manos y rozar el cielo, yo lo rozo pero con los ojos cerrados y los brazos en cruz. Y seguramente también haya amordazado y hecho cruces en el pecho de mi madre, por no apoyarme nunca, por hacerme sentir peor de lo que ya me siento, por apuñalarme con cada palabra, por no haberme abrazado cuando casi no podía ni caminar de lo hundida que estaba, por decirme tanto sin dejarme nunca decir nada, por todas las veces que me ha destruido, he cavado su tumba, como ella ha cavado la mía. Todas las flores, las iba tirando una a una por la ventanilla mientras perseguía al amanecer en su descenso a las profundidades.
Tengo a mi perro en el asiento del copiloto, y tres chinchillas en el trasero, en mi mente suenan melodías de piano suaves, y yo río, río de esa manera tan característica mía, con carcajadas catárticas, riéndome de la vida, es tan fabulosa y en cambio solo nos deja los restos de después de la fiesta, muy audaz. Están en las aceras, todas esas personas que me han herido, haciendo auto stop, pero yo no las veo tengo gafas de sol y un libro pegado al volante, si me estrello no creo que ha nadie le importe. Tengo una suplica pegada al motor: Papá, vuelve. Tengo una promesa en los bajos: Descubriré quién soy. Una pesadilla en el pedal del freno: Perder. Miles de cosas por decir apelotonadas en la guantera. Un beso nunca dado guardado en mis pies. Y gusto en el pedal del acelerador está pegada la palabra, pisoteada, peor no se ve la tengo tapada con el pie y la aprieto con fuerza: Perfección. En el parabrisas hay un papel de propaganda que reza mi mantra: Nada es imposible, incluso lo que nadie ve.
Saco la mano por la ventanilla y me acaricio los dedos con el dedo gordo. Mmm... enciendo la radio y está sonando mi canción favorita, el silencio.
El aire está cargado y el perro tiene la lengua fuera y me mira. Ya casi hemos llegado digo mirando el final del horizonte, es el paraíso. Donde cada lágrima derramada en un sueño cumplido, y donde encontrarse así mismo es una promesa cumplida y la felicidad no existe, se trata de vivir, en la ficción, en algún libro de fantasía, donde hay océanos en el desierto y en donde cada sonrisa es sincera, estés sola o acompañada en el paraíso no hay sitio para la soledad, la echaré de menos.
Y esto ni es verdad ni es mentira, es algo que quiero en este momento. Tiento a la suerte con mis deseos, pero nadie me prohíbe tenerlos.

Irene.

                                                                         nature, night, photography, pretty, road

1 comentario:

  1. ME ENCANTA! Es genial todo lo que escribes. Esta entrada en especial... es maravillosa, lo expresas todo de una forma, de una manera que hace que se me caiga la baba con cada una de tus palabras. Ahora estoy segura de que tu has nacido para esto, por que con entradas como estas, seguro que triunfas. Creo que me he trasportado a ese coche. Y eso no lo hace cualquiera.
    Un beso grandisimo!

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