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viernes, 10 de agosto de 2012

Just a kid 2. Olivia.

Con la desgano, más desgana jamás más desganada que ahora, escribo, con la esperanza de que las letras me rejuvenezcan hasta los tiempos en los que no me cansaba:

De pie, allí, pegados a la pared, caras largas, como si fuera un pelotón de fusilamiento pero sin fusiles. Cuando ya no te queda peluche al que abrazar, cuando la oscuridad no te engulle, tan solo se limita a estar, como ellos, de pie, pegados a la pared.
-Oye, ¿y tu que haces aquí? No tienes pinta de ser muy de fiestas.
Era irónico que la dijera ella, ella era una persona bajita, con el pelo rojo teñido, con ojos perdidos en algún punto del infinito, ella no tenía pinta de querer desaparecer, tan solo pinta de querer que alguien le dijera que existía, como muchas otras, fáciles, cansadas de luchar, solo quieren ser queridas aunque sea de la manera equivocada. Iba equipada con un vestido de lentejuelas corto, quizás demasiado, los colores del vestido iban del negro absoluto al azul pálido, según como la luz le diera, y en que zonas, por las caderas era violeta y por el escote negro. Tenía razón, Olivia no estaba allí para bailar, ni para ligar, ni para beber, no tenía esa pinta, no tenía ninguna pinta; unos vaqueros y una camiseta negra y manoletinas no zapatos de 15 centímetros.
-No estoy aquí por la fiesta. 
Respondió sin mucho ánimo.
-Y porque estás aquí sino es para olvidar.
Se quedó pensando un rato, recordando las primeras semanas sin Lucas, abandonada en algún tejado con una botella de vodka al lado, a palo seco, sin detenerse a pensar que ya había bebido suficiente, sin preocuparse por lo que podía pasar por lo que podía pasar. Eso solo fueron las primeras semanas, después su abandono consistió en el vacío más absoluto, sin llorar, ni una mísera gota derramó, ahora tocaba... aceptarlo.
-Necesito hablar con una persona.
-Yo necesito follarme a una persona.
No le sorprendió en absoluto su respuesta. La suya tampoco le sorprendió.
-Bien.
La chica se la quedó mirando perpleja, nunca nadie le había dicho "Bien", solían negar con la cabeza.
-¿Bien?
-Sí, bien.
Las puertas de la discoteca se abrieron, y el pelotón de fusilamiento se movió, la sombras de los vestidos ondeaban, y las desgarbadas de ellos las siguieron.
-Suerte con encontrar a esa persona.
Dijo la chica, pero no le hacía falta sabía donde encontrarla.
-Suerte, para ti también.
Y cuando la chica de pelo fuego iba a entrar en donde los cuerpos moviéndose y las luces en sus cuerpos, no le parecían muy agradables, más bien pegajosos, se giró y mirando a los ojos a Olivia le dijo.
-La suerte es algo de lo que carece todo el mundo. Es algo que no existe, si tomas las decisiones adecuadas y aciertas, es gracias a ti, no a la suerte. Es algo que me dijeron una vez.
Acto seguido entró al sitio al que según ella pertenecía, Olivia no se movió, eso ya se lo habían dicho antes. Y recordaba perfectamente donde, cuando, porque y sobretodo quien se lo había dicho. A lo mejor todavía no había llegado el momento de despedirse, todavía le quedaban muchas cosas que decir, unas cuantas preguntas por hacer. Había ido a la discoteca para recoger la libretita de cuadros rojos en donde estaban escritas las cosas que le gustaban a Lucas, pensó que si las hacía, él ya se podía ir en paz. No sabía que él ya se había ido, que era ella quién no lo dejaba irse. Lucas dejó muchos misterios sin resolver, y ella se sentía responsable de todos los corazones y almas que él dejó por el camino sin piedad alguna, tan héroe, tan villano. ¿Estaría preparada después de haberlos resuelto todos? ¿O solo eran escusas baratas?.
(Habrá tercera parte seguramente.)

Irene.

                                       

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