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domingo, 19 de agosto de 2012

A Rosetta le gustan las fotografías instantáneas y los chocolates calientes.

Sentada. Estaba sentada en el embarcadero de madera del lago Saint-Jean, un lago, un simple lago a 200 kilómetros de Québec. Québec, donde las casas de cuatro o tres pisos parecen alzarse sobre ti, parecen decirte que te están ahí, suplicándote que te quedes, te prometen un chocolate caliente, enfrente de una chimenea caliente, con una manta caliente... ¿Que es la felicidad? Preguntaron una vez, algo caliente le respondieron. Es verano, y el embarcadero es la cosa más hermosa que ha visto en todo agosto, pero no por el paisaje, no por los patos que cloquean felices, haciendo débiles ondas a su paso, no por los pinos que  recogen toda la luz que después se refleja en el agua, junto a sus sombras, como oscuridad y luz, como el ying y el yang. Lo que le parece lo más bonito del mundo son las grietas en la madera gastada del embarcadero, ve los pilares también de madera rodeados de algas y musgo que rodean el poste, y que con el tiempo pasa de ser una decoración bonita al enemigo más audaz para ese poste, lo carcome sin piedad, y aún así, es... bonito. Son bonitas las cicatrices en la madera, cicatrices de corazones echos por alguien enamorado y se pregunta que pasó con la pareja que puso un corazón y dentro su fecha de aniversario, 11-8-2005, van muchos años, y ahora es... una cicatriz... bonita.
-¡Rosetta!
Rosetta deja de prestar atención a las marcas para dársela a su hermana pequeña.
-¿Que pasa?
Dice agotada, no ha echo nada durante todo el día, pero su hermana es demasiado eufórica y cansa de solo verla, como si Berta gastara energía por las dos. 
-Cartucho esta haciendo trucos. Ven a verlo.
Dice haciendo espavientos con las manos para que se diese prisa. Rosetta sonríe recordando al perro de pelo dorado aunque a la luz del sol parece rojizo, moviendo la cola entre pinos y piedras del río. Sus ojos siempre tan oscuros y vivaces.
-Ahora mismo voy, ¿vale?.
-Claro.
Y se va corriendo. Rosetta mira con pena las aguas tranquilas entrechocando con los troncos, las mariposas rondando alrededor de las callas lilys que rodean todo el lago, pero a ella le gustan por su nombre vulgar " hot chocolate", chocolate caliente, símbolo de felicidad, algo caliente cuando todo lo que hay alrededor te parece frío e insípido.
Se levanta, se restriega las manso intentando quitarse las briznas de hierva que se le han pegado a las palmas de las manos. El aire leve acaricia las mejillas sonrosadas de Rosetta, y un mechón rubio de le escapa de la coleta, se lo mete detrás de la oreja. Y caminando hacía los sonidos de carcajadas catárticas que se escuchan dentro de la casa y sonido de pisadas fuertes de perro. Se dio cuenta de que entre el pequeño placer de la tranquilidad de las aguas y las movimientos fuertes e involuntarios de personas felices, eufóricas por el calor, el verano y el echo de estar en vacaciones. Rosetta echa de menos las cosas calientes del invierno pero sabe que ahora siempre hace calor y que por lo tanto no hay sitio para la soledad y el silencio del frío. Hora de reír ya habrá tiempo para mirar con detenimiento los chocolates calientes y vapor de la ducha al salir por la ventana entreabierta.
Momentos... Momentos cortas capaces de recoger millones de instantes; las caras de felicidad, las arrugas en torno a los ojos achinándolos, todo desordenado por el perro loco sin parar de mover la cola, muñecos de infancia que ahora se consumen llenos de babas de animal. Son fotografías. Flashes disparados en el momento adecuado.

Irene.

                                                            nikon, nikon FM, argentique, KODAK

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