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jueves, 3 de abril de 2014

Copenhage

*Un relato corto, ¿no me lo puedo creer tú, irene? Pues sí, pero porque me lo suplicaron jaja Y es cómo todo lo que escribo, pero cómo me sentí bien cuando lo terminé pues dije ¿porque no? Y lo publico aquí. Se supone que tenía que estar relacionado con la Transvulcania, que empieza ahora en mayo, y de alguna manera lo está, nombro donde se empieza la carrera y donde acaba, pero nada más, es que a mi esto de que me dicten de que tiene que tratar... mmm...nononono... jjjaj*

Nunca sabes dónde vas a terminar o a empezar. Y allá iba, directa a Copenhage.
Amaba a Vetusta Morla, y mientras sus versos adornaban El faro de Fuencaliente, ella veía prepararse a los corredores.
Uno de ellos, daba igual quien, el tiempo pasa y tú te olvidas de esos pequeños detalles, como su nombre, le decía siempre lo que quería oír. Cuando quería hablar, la escuchaba, cuando quería reír, la divertía y cuando quería que la echasen de menos, él le decía que en que nube se había escondido para alcanzarla y esconderse con ella, que la tierra era un lugar demasiado seco y sobrio, que la embriaguez con ella era mejor que el licor de los dioses que tanto fardaban los que bebían de el de su inmortalidad, que no probaron el que sale de su cuerpo… Era alguien de quien ella se enamoraría, sus sonrisas traviesas y tímidas… Y la sensación de que todo estaba bien aún hundiéndose en la más desesperanza… Con él, el que se recolocaba las rodilleras y estiraba en la cuneta, todo estaba bien.
Le gustaba hablar con él sobre todo, menos del tiempo, que se escapa entre los dedos, le gustaba decirle todas esas cosas infames y poco edulcoradas sobre lo que sentía cuando la rozaba, le encantaba susurrarle los nombres de los filósofos más olvidados y menos silenciosos, recorría con sus finos dedos la piel de alguien a quien no le gustaba lo hidratante, así que su superficie más dulce siempre estaba empañada… Quizás debería haberse dado cuenta antes, de que cuando todo va bien, de que cuando te sientes bien y todo parece superable, hay algo que falta, quizás el hidratante.
Cuando la carrera empezó, ella también corrió, corrió por sus recuerdos más lejanos, esas montañas de matorrales que raspaban y las rodillas acababan con sonrisas retorcidas… Se reían de aquella que había olvidado quien había sido. Nunca sabemos dónde terminamos… No todas las carreras terminan en Los Llanos… No todas las cuestas se terminan de subir… Y ella había pasado mucho tiempo viendo atardeceres naranjas, esperando a que alguna palabra dulce y cariñosa retumbase en los pequeños tímpanos de los altos pinos que echaban raíces fuertes en tierra poco revuelta de su alma conformista… Pero no siempre había sido así, ella antes luchaba contra los amarres del ancla huidiza que se zambullía en un mar bravo para no salir jamás de las profundidades sencillas de la que no necesita otra cosa para vivir que un ilusorio amor de carretera, unas rodilleras con refuerzo y una camiseta, de otro, empapada en sudor en su lavadora.
Que estúpida había sido esa chica a la que dejaron embarazada con esperma rosa de promesas cómo fusiles que engendraban vidas sin los versos de la realidad certera. Que estúpida había sido ella al confiar que siempre sería así, creería que los sueños se cumplían, porque lo habían dicho por la tele una vez, creía que ella amaba cómo él la amaba, pero como siempre sucede el poeta tuvo la razón: ella lo amaba cómo él no lo hacía, pero aún así dejaban que el amor los moldease entre la falacia de la felicidad ideada, y el discurso político sobre los beneficios de los unos brazos faltos de ternura y poco merecedora de unos labios rebosantes de sonrisas amargas… nadie se atrevía a ordeñar versos por no implicarse demasiado en el resultado final de la acción no realizada, tan repetida que se vuelve imposible aún también habiendo dicho por la tele que no hay nada imposible.

Él perdió su cronómetro de tiempo ausente, y ella empezó a seguir su propio mapa vital. Comenzó su carrera sobre el ancho mundo, cómo ciudadana humana, en un mundo lleno de ellas, porque nadie merece que le mientan, nadie merece ser esclava de las azucaradas fresas de eros… Ve y corre, y hecha carcajadas al viento que sabes que todo lo que sube baja y puede que cuando baje tú ya estés en Dinamarca, hablando un danés fluido y recogiendo amapolas en la Holanda cercana. 

..., art, beautiful, beauty, black, black and white
Y buenooo... ¿Que tal? Yo lo veo cargante y repetitivo,
pero bueno, como en clase nadie se va a dar cuenta,
yo lo entrego tal cual.
                                                

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