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viernes, 4 de abril de 2014

He creado: "Hay un muerto en el jardín". Título que creo que ya existe... Pero este mío.

Vais a flipar, yo estoy flipando. Porque es que resulta que me he presentado a otro concurso, esta vez de obras de teatro infantiles y juveniles, no me presenté el año pasado porque no me vino la inspiración, ni ninguna idea, pero esta vez sí. Os dejo mi corta y pequeña obra, que es... Un monólogo, en realidad... Así que imagínense el escenario... los olores... y esas cosas:

                                                  “Hay un muerto en el jardín.”

(Dos jóvenes, de 13-14 años, un chico, que siempre mira al fondo de la sala, mirada inexpresiva, más alto que ella, lleva pantalones vaqueros y una camisa a rayas azules, va descalzo. La chica en más baja que él, y lleva una coleta con un moño rojo, un vestido de flores, y también va descalza. El ambiente es fresco y luminoso, e incluso hay un poco de aire, se le mueven algunos mechones de la coleta, están en un prado, con hierba, de pie, los dos)


Ella: ¿No lo echas de menos? (le mira) Yo creo que sí, que en el fondo, muy en el fondo, en tu eterna luminiscencia de espacio menos infinito (se ríe abiertamente) Lo siento, siento meterme con tu situación… (triste) Pero… Creo que lo echas de menos. Ayer vi un cartel, un cartel enorme, era un cartel muy soso para mi gusto, supongo que no necesitaba colores ni formas extrañas para llamar la atención, decía: Sonríe, la vida es un regalo. (Mira al público. Abre la boca para hablar pero no dice nada) Yo no lo creo así. Es más, si me hubiesen dejado elegir no hubiese querido nacer, prefería seguir siendo polvo de estrella. Es que es raro. Estar aquí. Es extraño, es diferente y es distante. Me siento sola. ¿Tú te sientes solo? Creo que sí, creo que te sientes más solo que yo. Porque yo puedo escuchar música, y puedo leer, y puedo bailar… Aunque no baile… Y puedo ir al cine, aunque ella no tenga cine, y puedo…mmm… Nadar, aunque luego me duelan los brazos. Yo sonrío, cuando me alejo de la orilla después de haber llegado hasta la bolla y vuelto, tú no lo entiendes… Te daba miedo el agua y… nunca te metiste. (Se sienta en el suelo con las piernas cruzadas, él también lo hace sin apartar los ojos del fondo de la sala, inexpresivo. Ella juega con una brizna de hierba) Antes me gustaba… Imaginarme una banda sonora, para cada momento de mi vida, pero… Ahora pienso que la vida tiene su propia música de fondo, a veces es ruido, pero bueno, el hardcore también es ruido y hay gente que se duerme con eso (sonríe con tristeza y le mira) En serio. (Deja caer la brizna de hierba y se apoya con las manos en el suelo, admira el cielo que empieza a oscurecer) Ahora prefiero intentar enamorarme del sonido de mi voz, porque me parece una agradable compañía el ritmo monótono de mis agradables reverberaciones… Hablo raro, lo sé, pero me gusta hacerlo. Porque cuando lo hago me siento entumecida por la inmensidad de mi mente y me siento más libre, tampoco vas a entender esto, seguro. Solo lo llegan a comprender completamente los que lo sienten… (Frunce el ceño) ¡Dios! (Chilla, y sube los brazos al cielo estrellado) ¡Sentir! Desde hace un tiempo que no siento nada, nada, ni pena, ni furia, ni rabia, ni nada. Es frustrante… Es frustrante y tú no lo entiendes. No entiendes nada… No sé quien soy. Se lo pregunté a mi madre, pero me dijo que era muy pequeña para pensar en esas cosas, que yo era yo y no era nadie más. Me pareció una respuesta pobre. ¿A ti no? (Le mira y aparta la mirada de pronto) ¡Anda mira una ardilla! (Y señala algún punto del escenario) ¿No quieres mirar? Pues no mires. Tú te lo pierdes. Te lo vas a perder todo. (Baja el brazo y vuelve a apoyarse en el suelo. Mira al suelo) Me gusta el olor de las panaderías, y del café, aunque odie el café, he pensado incluso en entrar en una cafetería pedir uno muy cargado y luego olerlo. Esnifarlo hasta que no quede nada de su aroma original y solo huela a leche tibia. (Se echa a reír) No entiendo el mundo ni a mí misma, pero cómo me suelen decir, soy muy joven. También me gusta el sonido de las guitarras eléctricas. ¿Crees que soy rara? Espero que sí, porque los raros son muy creativos y diferentes del resto. Somos millones. ¿Te has parado a pensar en la cantidad de gente que hay en el mundo? Y cada uno de nosotros tiene un mundo completamente distinto al de cualquiera en nuestra mente. Pensando así es lógico enamorarse más de una persona, ¿verdad? Bueno si conocieras solo a veinte personas en tu vida pues a lo mejor solo te gusta una, pero si conocieras a miles, seguro que te enamorarías de más de una, y eso está bien, porque te muestra esa inmensidad de la que te hablaba, cómo el océano, cómo las croquetas de mi abuela, tú nunca las probaste, pero te hubiesen encantado… seguro… Pongo de ejemplo sus croquetas porque es que son enormes, te lo prometo. Ya sé que tú no puedes comerlas, pero igualmente te traeré una para que la veas… ¿o es demasiado cruel de mi parte? (Mira hacia atrás y hace un gesto de disgusto con la boca) Vaya… Creo que tengo que irme, pero ante de hacerlo (dice mientras se va levantado del suelo y estira las piernas, ya es noche cerrada, él sigue en el suelo con las piernas cruzadas) ¿Es demasiado egoísta desear ser el centro de atención de alguien? Ya sabes… Volver de clase y ver un mensaje interesado que te pregunta que tal el día y si te has divertido y esas cosas… No se… Soy la chica de las dudas infinitas… ¿Te acuerdas de esa canción de Supersubmarina? “Pequeña de las dudas infinitas, aquí estaré esperando mientras viva… (Tararea mientras se dirige hacía bastidores sin miras atrás, tarareando) Que todo el daño que tengo, y lo que ya hemos sufrido, tiene que servir de algo para que hayas aprendido de que cómo yo he soñado contigo ha soñado contigo…” (las luces se van apagando, antes de fundirse el escenario en negro, él atisba una media sonrisa tímida. Negro.)

Y fiiiinnn.... jaja

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