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miércoles, 7 de enero de 2015

Se lamentan los degenerados de su locura.

Ella habla de amor y todo el mundo asiente. Autómatas.
Se dejan llevar por un tono deshilachado por el uso, suave y rítmico. A ellos les encanta. Suicidio con su melena blanca al viento, apoyada en la valla que separa el suelo del precipicio me mira sin hacerlo, sonríe, señala a la niña detrás de mi, dice: "Son como ella"
Genio, orgullosa, ni siquiera le dedica a Suicidio su apoyo, las dos saben que no lo necesitan.
- Tendría que mataros, sabéis demasiado.
Se ríen... <<¿Que sería de mi entonces?>>
La niña asustadiza pero curiosa, con el pelo liso y corto y un vestido de flores rosa me tira de una de las mangas de mi abrigo y me pregunta con la inocencia a punto de saltar:
- ¿Le tienes envidia? ¿Lo quieres?
No. Solo observo desde el fondo del teatro, solo espero que se den cuenta que ni ella ni él saben lo que dicen. Pero se creen Literatura, ese es su gran error: No te creas que eres la Diosa a la que veneras. Suele enfadarse por la arrogancia y estupidez humana. Los castigos saben a síndrome de abstinencia neuronal, están guarecidos entre las tiras de su fusta de cuero. 
Apetito ruge. Los leones despedazan. Suicidio pellizca a Apetito para que chille con más fuerza y Genio enfurecido mata a Suicidio. Apetito calla. Literatura aplaude. Genio quiere a Inspiración. Pero ella enamorada de los mitos y leyendas se ha convertido en ninfula -ya lo era- y se ha echado a volar, nunca tocó tierra.
Vosotros escucháis mentiras y las creéis a pies juntillas; no iréis a casa, no hay hogar que no haya sido desahuciado, invadido por fantasmas desesperados por poseer lo que los catapulte, disparados, hacía al lupanar que es su Cielo.
Necesito idealizar tanto como Suicidio y Genio no necesitan apoyarse porque solas se equilibran. Mujeres con maletín. Puertas que se abren, la niña empuja las puertas giratorias y gira y gira y gira y gira, hasta que deja de hacerlo y me mira. (Siempre me acaban mirando). Justo antes de reírse a carcajadas. Suicidio me dice que soy el impulso que provoca la risa de mis creaciones, me invita a irme, a saborear la aguja, a ver más allá de lo que creo que hay. Rechazo la invitación.
Temo a Genio y que me abandone. Temo no ser comprendida por mi Duda, perro con lengua de serpiente.
Temo quedarme y nunca -volver- irme.
animal, animals, black and white, blackandwhite, blood, dark, darkness, fear, picture, pictures, teen wolf, werewolf, werewolves, wolf, wolvesTemo olvidar...
Dije que había matado a los monstruos, porque quizás siempre parece que mueren con el sol achicharrando su sombra, quizás estaba equivocada, a lo mejor son tan inmortales como yo, y tan inseparables como la soledad. El premio te lo entrega Recuerdo, te da la mano flácida y sudorosa Olvido, -presidente del área de Retención-. Y soledad, -no es un nombre, aunque si propio, y como sensación me pertenece, parida al mismo tiempo que silencio-, me abraza y felicita, está orgullosa de mi, aunque aún tenga mucho que aprender. Lloro y mis labios sonríen. Hay guerra entre sístole y diástole.
Los miro a todos.
Paso por delante de los ángeles y el ectoplasma de mi se queda -relativamente- observando sus curvas, sus alas y expresiones. Ellos siguen maravillándose de la supuesta erudición de alguien que no sabe lo que dice, hablar de lo que todo el mundo habla de forma que nadie entienda, ni siquiera tú, no te hace especial, solo humana y tonta. El Genio está en otro sitio, en otro bar, en otro cruce de conexiones, esperando un semáforo que nunca se sabe cuanto tardará en ponerse en verde, tú y tus dedos esperáis en la otra acera, apreciando su cercanía y untándoos de su aroma. Genio es como el tipo inteligente que te mira desde la oscuridad y te dice que él es mago y que su magia solo funciona contigo.





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