Translate

viernes, 29 de marzo de 2013

* 'Alguna vez me angustia una certeza, y ante mi se estremece mi futuro'

* Todo parece necesitar un título y no sabía como llamar a lo siguiente que vais a leer, así que he abierto el libro de 99 Poemas de amor, aunque no trate de amor, y he escogido el primer verso al azar, de cualquier página, sin pensarlo, me gusta darle un poco de locura a mi vida.
Pero después de ver que el que había salido era tan increíblemente ñoño que me he decido, al fin, por ese.
Del poema: Muerte a lo lejos.
Autor: Jorge Guillén.

* Me preguntaron que de donde había sacado el texto del esclavo de la entrada anterior, y he de decir que de mi imaginación, sé que pone que leyó un libro y lo recuerda siempre, pero no, es algo que se me pasó por la cabeza y lo puse, xD. He estado desaparecida y lo seguiré estando, en cuanto no esté castigada me recorreré todos los blogs y comentaré, pido perdón y lo siento de antemano.

Oliver Ron no creía en los estados mentales.
Según había escuchado todo era un estado mental; la felicidad, el dolor, el amor... Resumiendo: La vida, era ese el estado mental incomprensible.
Oliver Ron. Un chico de estados mentales.
Que si hacía caso a los libros; el estado real, la vida, era un sueño que escribía todos los días un tipo algo loco en la libreta negra que le había dado su psicólogo hacía tiempo, con el que se reúne cada dos semanas.
La vida, como estado mental de un loco con problemas mentales, sí, tenía más sentido si se ve de esa manera.
Eso creía Oliver Ron.
Le iba mal en el instituto y su madre lo llevaba a la playa los fines de semana para, según ella, liberar tensiones que le hacían imposible no implicarse más en los estudios.
Todos los fines de semana.

Punto y aparte.

En pleno invierno se hacía insoportable, el agua estaba congelada y el viento le revolvía el pelo demasiado largo, no le gustaba que se lo tocasen, ni siquiera un fantasma de aire.
Fue un día de esos cuando se dio cuenta que si la vida era un estado mental él era tan sumamente idiota que para él nada de eso era cierto porque no lo entendía ni quería hacerlo, ninguna palabra de ningún genio tenían para él sentido ni valor. 
Excepto algo que dijo otro loco de los estados mentales: Siempre tienes la posibilidad de elegir.
Oliver no estaba de acuerdo, pero mirando el océano pensó que sí.
Pensó que si se tiraba, moriría ahogado en algún punto de los nueves kilómetros de profundidad y explotaría, diluyéndose así, todos sus estados mentales. 
(Si es que los estados mentales eran solubles en agua.)
Así murieron los estados mentales de Oliver Ron, que siguió viviendo a base de latidos. De sus latidos.
Si su corazón palpitaba a un ritmo constante seguiría en ese mundo, si no, no. 

Punto y aparte.

Un necio.
Los mató a todos, menos uno: El tiempo.
El único estado mental en el que sí creía Oliver Ron.

(Un chico listo.)

*Por si alguien siente curiosidad esto está inspirado en Submarine, una película extraña, de las mías. No intenteís encontrar analogías, es solo que después de verla pensé en los estados mentales y en ese protagonista, un chico listo, llamado Oliver. Lo de los estados mentales lo he sacado de un poco de mi cabeza, y otro poco, (que muy poco, si veis la película creo que solo los nombra una o dos veces) de Love Happens. Os recomiendo las dos, si sois de amor la segunda, si os gustan las películas lentas pero interesantes, la primera.
Besos y hasta la próxima... 
(Que espero que sea pronto)

                                                                    hermoso, azul, claro, fresco


2 comentarios:

  1. me encantó! No he visto esa pelicula.. porque dices que es extraña?

    un besoo

    ResponderEliminar
  2. No vi nunca esa peli... Sí, yo también estuve desaparecida xD y en cuanto empecemos clases de nuevo, otra vez u.u supongo...

    ResponderEliminar