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sábado, 16 de febrero de 2013

-¿Quién? +Tú. -¿Yo? +Y las circunstancias.

Iré.
Sabes que no vale la pena pensar en nada que no sea algo palpable. Adelante. Ten fe en que alguien te mirara como tu quieres que te mire. Nada bueno, sin nada, para nada, los viejos perdedores se reunirán otra vez... Debajo del escenario. Detrás del muro de cemento, al lado de las penas vomitadas y de los besos de plástico y falacias...
Había una niña, que le encantaban los vestidos pero siempre prefirió ser niño. Pensaba que todos los abuelos han de tener una armónica en un estuche azul, una armónica con olor a guardado, con restos de hojas de puro si puede ser. Con dos cuerdas de cuero rodeándola, como los dedos que la solían tocar, y que ya no lo hacen, pobre armónica despechada, se fue él, y nadie la volvió a hacer sonar.
Si contamos la historia de la niña que quiso ser niño será una historia muy larga pero se resume diciendo que la armónica vieja pero igual de hermosa volvió a resonar por los bajos del escenario, entre patas de hierro y acero, entre paredes de cartón negro.
Quisistes tanto ser alguien. Ya no te importa fracasar, porque ya no le tienes miedo. No te importa deshacerte de la armónica, no te importa olvidarte de las recetas, no te importa crear nuevos mundos, porque nadie más que tú mismo se va a dar cuenta si desapareces, si te quedas, si te olvidas o si te recuerdas. 
Recitarás poemas, persiguiendo libélulas, queriendo volver, olvidandose de amar. Adorando los dobles fondos, los dobles fondos de las rutinas putrefactas de tanto escribirlas, de tanto criticarlas, pero son a lo único que te puedes agarrar, si el barco de hunde, si el barco de vapor fue una mentira de la historia o si la cita: 'el doctor Livingstone, supongo', también lo fue. Si todo han sido tratados y prohibiciones, pensar en que pasaría si nunca hubiesen exististido. ¿Caos?, no, no lo creo.
El público empieza a llegar, visten todos igual, como en La guerra de los mundos; todos en la misma dirección, todos esperando la salvación.
Mi preferido siempre ha sido La máquina del tiempo, pero nadie parece coincidir conmigo. Eso me enorgullece.
-¿Cuándo empieza?
La niña que quiso ser niño.
-Cuando lleguen.
-¿Quién?
-Los musi... Tú.
-¿Me están esperando a mi?
-Sí, ¿porque no? Tocas realmente bien.
Dije asintiendo, mientras tanto pensaba que a lo mejor lo estaba liando todo un poco, que decirle que tocaba bien y llenarle de un sentimiento de satifacción que le recorriese de los ojos hasta el alma y después escribiera en su libreta de canciones de armónica mi nombre y el color de mis ojos diciendome que gracias por darle la oportunidad de su vida para la vida arrebatarle la oportunidad.
Se me quedó mirando un rato mientras veía como iba pensando en describirme en su diario.
-Pero... ¿Sabes qué? Que esas personas no se merecen tu talento, eres demasiado grande. Así que toca aquí, ahora y para mí, hombre que yo me lo merezco más que toda esa gente.
Me seguía mirando. Tenía miedo de que se pusiera a llorar, salir corriendo o pensar que soy una loca debajo de un escenario diciéndole que toque para ella, como un significado especial o esas cosas. Intenté arreglarlo de nuevo.
-Oye, a veces la gente no sabe valorar. No intentes hacer que te valoren, sobra con que te valores tú misma, y estoy seguirá de esa armónica te agradece que le des utilidad, segura que tu abuelo estaría muy orgulloso también. Piensa en eso y todo lo demás no importa, por que no estás sola-dije más que para mi que para ella- crees que lo estás y te vuelves loca pensando en lo que te equivocaste una y otra vez, para pensar que habrá que subirse primero a la montaña rusa de la vida, y que si tenemos suerte que nos toque la rueda de Ferris, esa es más divertida, pero que si no, que nos toque la que suba más alto y baje poquito a poco no nos vayamos a indigestar con el algodón de azúcar.
Oía como el humo llenaba en cuestión de segundos es escenario de arriba, pronto tendría que irme o me despedirían. Y mientras toda la parte de debajo se llenaba también yo me fui, siendo un sueño para ella, creí que no me había entendido cuando antes de desaparecer entre bastidores oí la armónica. Era una canción lenta pero potente, me recordó a cuando crees que puedes y al final es que no, pero te sientes bien de que por lo menos lo hayas intentado.
Iré. De nuevo. Para volverme a ir, las cosas son así, como los escritores genios que se vuelven locos al cavo de los años... Las circunstancias, ¿no?


                                                         analógica, b & w, espalda, hermoso

1 comentario:

  1. ayer echaron por la tele un programa de niños que querían ser niñas (se vestían como tal y se dejaban el pelo largo..) y de niñas que querían ser niños..

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