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miércoles, 6 de enero de 2016

Volver.

Dejar que las cosas sucedan. Mantener colgando, solo de una mano, el reloj de bolsillo. Mantener la mirada fija en el futuro oscuro, incierto; jamás mirar la hora, hará que quieras correr más rápido para no llegar antes.
Tengo un agujero insaciable en el estómago. No lo entiendo. Nunca lograré entender nada de mi, ni lo que quiero ni lo que no quiero. Solo podría hablar de mis apetencias, de mis obsesiones que tienen un tiempo de caducidad de meses, como los yogures.
Solo podría decirte que me apetece contártelo todo, pero no estoy segura de que quieras escucharlo. ¿Quién quiere, en realidad? Quizás sea eso a lo que espero, a que nadie aparte la mirada cuando asomo la cabeza por la oscura cueva.
Me gustaría ir a visitarte, ir a verte, coger un avión y volar; gratis y rápido, sin pensar. Sin más.
El año pasado fue un año maravilloso: gané un premio de literatura, en realidad fue en 2014 pero lo disfruté más en 2015, escribí en un periódico digital, tuve por primera vez la sensación de tener un mejor amigo y que no me sonaran falsas esas palabras, me di cuenta de que intentar hacer eternas las relaciones humanas no es factible, no se llega a nada, conocí a un tipo al que llamé Batman, al que le comentaba mis excentricidades y no se asustaba y con él que escribí una historia repleta de diálogos que... No he llegado a acabar, porque me cansé, de repente, sentí que lo que quería era tocar, y que si no te podía tocar  no era lo suficientemente real para mi -puta-, puede perseguir a alguien durante mucho tiempo, pero cuando me canso... Bueno, solo desaparezco. Hice el discurso de mi graduación,  fue maravilloso, aunque ahora me resulte insoportable, empecé la universidad, empecé a vivir una nueva vida en la que me di cuenta que yo seguía siendo yo y eso no cambiaba, me dolió, porque el problema siempre soy yo, de este que no te puedes quitar de encima, por lo que lloré, durante días, hasta que otra cosa me obsesionó, un tipo interesante que tomaba el café de pié, apoyado en la mesa con los tobillos cruzados y mirada fija, pensando. La vida me sorprendió con casualidades maravillosas. Acabé en una Eucaristía, dos veces, y puede que próximamente tres. Me he dado cuenta de cosas, de muchas, como que tengo la mejor familia del mundo, no podría pedir.
Y todo esto es genial. Está muy bien.
Ha empezado el año y no he escrito nada en meses, no tenía nada que decir, las palabras no querían salir, de repende una imagen me ha venido a la mente y la he tenido que plasmar, lo demás ha salido sobre la marcha, imparables los dedos sobre el teclado. Dejar que paseen por los rincones por lo que hace tiempo que no pasaban. Ojalá las cosas siempre las hiciésemos lo más fácil posible. Ojalá 2016 esté lleno de cosas fáciles, de cosas tiernas y sencillas, que me sorprendan sin demasiado esfuerzo, que me curen.
He querido contártelo todo. Todavía quiero. Pero que más da que lo desee, que más da todas las listas que haga, el chico interesante tenía razón, yo lo sabía y me empeciné en tener ilusiones que siempre acaban provocándome que mis pupilas se ahoguen en mares de sal.
Siento todo el daño que he podido causar.
Me comí todas las uvas, sin atragantarme. Eso es buena señal, ¿no?
Feliz año a todos.

                                        black and white, love, text, words



5 comentarios:

  1. La verborragia que se apodera en escasas ocasiones de nuestras manos hay que aprovecharla, agarrar la hoja que se tenga a mano o el teclado que lo soporte, y escribir y no parar. Es un modo de liberarse, no se bien de qué, pero la sensación la conozco.

    Supongo que las personas que conociste y las ilusiones y desilusiones que te pudieron traer son una marca más que se anota en un cuaderno invisible que nuestra memoria retiene fervientemente. Y a veces nos llenamos de tantas marcas como esas que se empiezan a desdibujar unas a otras, nublando todo y llenando de ruido los pensamientos.

    Pero atrás de todos ellos, estamos nosotros.
    Eso es lo que tenemos que aspirar a ver. Y cuando sucede, todo vuelve a estar por empezar :)

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  2. Hola Irene, es la primera vez que leo algo por parte de una persona que se parece tanto a mi en lo que escribe. No comparto todo, pero percibo tu sensación, entiendo tu manera de pensar y la variabilidad repentina de las emociones que vives.

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  3. A lo mejor la Irene que escribió ya no existe y no se reconoce en sus mismas palabras

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    1. Así es, ya no es la misma. Ahora habla de ella en tercera persona. Ahora intento escribir sobre mi en el "ahora" y no lo consigo, creo que tengo que volver a empezar, volver a encontrar mi voz.

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  4. Hasta que haya de comer y beber cada día, el resto es muy opcional. Hay personas que no se como, siguen iguales y otras que se pierden y encuentran a menudo

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