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lunes, 21 de enero de 2013

7. Last Summer.

Rafe hizo volar una pestaña que se había desprendido de su ojo derecho. Se había quedado unos segundos con los ojos cerrados y después había soplado.
Los deseos se pedían así, en silencio, sopesando las opciones entre todos tus sueños, pensando en que hacer con la pequeña pestaña que había decido caer.
-¿Que has pedido?
Entrecerré los ojos, el sol me daba en la cara y me hacía no ver bien el rostro de Rafe, el miraba hacía delante y estaba serio, no parecía muy convencido de que el deseo se cumpliría porque sino estaría dando saltos de alegría. Las hojas secas del prado se me clavaban en las palmas de la mano. Estábamos cerca del faro, en un campo no muy lejos de la costa, era espacioso y parecía solo servir para pasto de vacas y demás animales de ganado.
Para mi no era más que un prado donde los bichos no deseados te escalaban los brazos y te picaban las piernas. Quería irme de allí lo más pronto posible pero por no molestar la placidez de Rafe soportaba cualquier cosa, su nariz llena de pecas aspiraba el aire campestre lentamente, sin prisa, y a mi ver su respiración me relajaba tanto que casi me quedaba dormida sobre aquellas hiervas punzantes y molestas, bajo ese sol que calentaba el mar, el faro, las gaviotas y a mi... Me apoyé en los codos y cerré los ojos; estaba a punto de cumplir mi deseo sin haber soplado ninguna pestaña cuando Rafe habló.
-Que nada cambie.
Lo dijo muy serio y pensativo y me hizo recordar los olivos. Los olivos eran uno los árboles que más le gustaban a mi abuelo, Julio Harrison, cuando hablaba de ellos, aún teniendoles mucho cariño, siempre los nombraba serio y pensativo, los acariciaba y miraba las hojas por si alguna oruga que pronto que convertiría en mariposa había decidido instalarse allí.
Abuelo decía: 'Que bonito es el paisaje que solo se aprecia cuando no quieres ver nada más que lo que tienes delante de tus narices, pero hay que mirar más allá Alicia, porque delante solo se encuentran olivas enlatadas, pero si miras más allá ves a gente acariciando los troncos de los olivos torcidos para que se pongan rígidos, ves esfuerzo y dedicación. Hay que mirar más allá.'
Y yo como buena nieta, le parafraseé en la mente y le hice caso. Miré más allá de unos ojos tristes y pensativos y me imaginé que fue lo que había provocado que el chico risueño y amable se convirtiera en una tercera parte de la sombra de mi padre.
-Las cosas tienen que cambiar, para bien o para mal pero lo tienen que hacer sino... ¿que sería de las buenas ideas?
Pensó.
-Puede que tengas razón, pero si las cosas cambian significa que se pierde algo ¿y que es de lo que se pierde, donde queda?
En la mente de los que lo conocieron.
Pero no lo dije, solo le miré y pensé que era lo más triste y hermoso que había visto nunca, como la gramola de su tía, vieja y deshecha, pero hermosa, y yo la recordaría el día que la señora Hays decidiera tirarla, yo la recordaría y nunca se perdería. Yo recordaría a Rafe y el sería el mago de todos los tiempos porque yo lo querría así.
En esos instantes no me imaginé el porque de ese deseo, a lo mejor si no me lo hubiese dicho ni yo preguntado se hubiese cumplido, pero de nada sirve pensar en lo que pudo haber sido y no fue, así que en aquellos instantes en los que él no sonreía y miraba a lo lejos me pregunté porque alguien de catorce años pide que nada cambie, y piensa en perder cosas, cuando a esa edad se supone que debes ganar.
Me llevó a casa a las ocho pero no se fue hasta las diez, estuvimos jugando a las tres en raya, Rafe perdió tres veces, la señora Hays y yo empatamos, en la revancha volvimos a quedar empatadas y el sonriendo aceptó la derrota. La señora Hays y yo empatamos en otra cosa; en fe, las dos creímos demasiado, confiamos en promesas rotas, y sugerimos volver a firmar contratos sin ningún valor, solo por agarrarnos a algo si todo se derrumbaba. No sirvió de nada, y no lo sabíamos.

Derramé un par de lágrimas antes de que Alex se acercara corriendo limpiara mis mejillas con la yema de los dedos, leyera las dos última líneas y como una ficha de dominó; empezar a llorar también. Rufián se arremolinó a nuestros pies y ronroneo quedamente. Los tres corazones rotos, dos heridos y uno robado, se abandonaron al llanto durante un rato, después cerré la libreta y la guardé en el cajón del escritorio.

                                                                             


                                                             


2 comentarios:

  1. Yo también desearía que nada hubiese cambiado, pero fue inevitable, y ahora debo hacer que los cambios vayan por donde yo quiero y conseguir ser feliz.

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  2. aaaaaaaaaaaaaaii Irene, ¿Que puedo decir? NECESITO OTRO CAPITULO YA.
    Sinceramente me estoy encariñando demasiado con tu historia; con rafe sobre todo... aun que aun no lo entiendo del todo, así que si es posible intenta aclararme un poco!
    ¿La chica que escribe la historia y la que chica protagonista son las mismas, no?¿Y Alex quien es?¿Su amigo, novio...?¿Y Rafe? ME ENCANTA, ME ENCANTA Y ME ENCANTA.
    Si tuviera que definir tu historia en tres adjetivos, sin duda eligiria los de: Irresistible, adictivo y hermoso.
    Aunque podria utilizar muchos mas...
    No se aun que le pasa a Rafe pero estoy deseando enterarme!
    Sube pronto, preciosa!
    Un besitoo :)

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