El fuego te lama. Todo en el te incita a mirarlo, como si lo controlaras, como si de verdad acarcaras la mano y no te quemaras.
Sus colores rojos y naranjas imnotizan a tus ojos que lo miran embobados.
El humo hiere tus ojos que los hacen llorar y derraman agua salada...¿por el humo o porque pidieron un abrazo y nadie lo escuchó, pidieron comprensión y todos pasaron? dejando pobres ojos solos, quietos viendo la leña arder, mientras los dedos se azulaban y los labios se agrietaban.
Ese frío helador de entrañas y exterior.
Irene.
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