Decidí, por fin, lo que quería hacer con mi vida, y no creo que cambie de opinión. El mundo editorial.
Decidí que vivía con un monstruo y que pasase lo que pasase en cuanto tuviera oportunidad saldría de aquí, encontraría la forma de estar en paz con mi padre y conmigo misma, porque tengo la corazonada de que me está mirando y que como yo, espera que salga de la jaula en la que me tienen metida. Tan amante de la naturaleza y de la libertad que era...
Me prometí que nunca sería como el monstruo, que no me tomaría en serio todo lo que soltaba por su boca de víbora.
También me di cuenta de que odio las mudanzas y de que... el parquet me da una sensación rara al pisarlo, es como si en cualquier momento me hundiera. No se... es raro, todos los pasos parece que retumban en toda la casa, es escalofriante, para no sentirme demasiado aislada del mundo, abro todas las ventanas para que entren todos los ruidos del exterior y piso bien fuerte para que aunque solo esté yo, me asegure de que existo.
Una semana movidita, de noches calurosas y mañanas aún más calurosas... de buenas y malas noticias, de novedades que no lo son y da agendas libres de cosas que hacer. He vuelto a no mirarme en el espejo, cuando creí que me había librado de ese complejo, que me había aceptado por fin... me doy cuenta de que hace dos meses que no me dirijo la mirada, de que me evito igual que evito todas las demás.
Irene.
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